Monterrey

Sidney Ornelas: Más allá de la sirena, el café de especialidad que Monterrey necesita

México es uno de los principales productores de café del mundo y destaca no sólo por la cantidad sino también por la calidad.

Es bien sabido que el panorama de consumo en Monterrey está muy influido por los gustos, preferencias y hábitos de nuestros vecinos del norte.

Sin embargo, resulta interesante observar que, en ciertas industrias en las que podríamos y deberíamos ser más exigentes dada nuestra naturaleza productora, buscamos opciones sólo guiadas por la tendencia y la moda. Hablemos del café.

México es uno de los principales productores de café del mundo y destaca no sólo por la cantidad sino también por la calidad. Sin embargo, como sucede también en algunas otras industrias, gran parte de la producción de la más alta calidad se destina a la exportación y localmente consumimos el café de una calidad media, siendo generosos.

No obstante, también es cierto que, debido a diferentes factores como la movilidad internacional, el acceso a la información, las tendencias hacia el consumo consciente e informado, entre otras, también estamos evolucionando como consumidores buscando alternativas.

En la industria cafetalera, sin embargo, suceden ciertos fenómenos que representan retos y oportunidades empresariales.

En Monterrey, por ejemplo, hemos visto en años recientes cómo las grandes cadenas internacionales, con presencia masiva en la zona metropolitana, se han instalado en la ciudad con altas posibilidades de seguir multiplicando su presencia gracias a la gran aceptación de los regios.

Sin embargo, hay otro grupo de apasionados cafeteros que celebran cada vez que algún empresario decide hacerles frente con una opción diferente, con café de alta calidad, producido en las altas montañas de Veracruz, Oaxaca, Puebla o Chiapas, y además ofrece un espacio donde el café se aprecia, se prepara con especial cuidado y se disfruta, generalmente sin necesidad de añadir jarabes ni crema batida.

Sí, sabemos que son dos consumidores distintos, dos segmentos distintos y dos industrias que se comportan de distinta manera. El café, tradicionalmente considerado un producto masivo e incluso tratado como un commodity, contrasta con el café de especialidad, percibido como un producto premium.

Ambos representan perfiles de consumo claramente diferenciados, tanto por su valor percibido como por la experiencia que ofrecen al consumidor.

Si observamos a la industria cafetera en su conjunto, el fenómeno de la sofisticación del consumo ha cobrado fuerza en México, al igual que en otros países, impulsando una nueva ola de negocios. Estas propuestas no sólo buscan ofrecer productos de mayor calidad, sino que suelen estar vinculadas con prácticas de comercio más justas y responsables.

En este contexto, valdría la pena preguntarse si el norte del país está desaprovechando oportunidades para sumarse a esta tendencia y capitalizar un mercado en plena transformación.

La clave está en la educación. Parte del éxito que algunos negocios que sirven a este mercado sofisticado cafetero han tenido en otras regiones del país está muy relacionada con la educación del consumidor.

Espacios donde el barista explica el proceso de preparación del café mientras lo realiza, o información clara y completa del origen de los granos, eventos donde se enseña a los consumidores a catar café, son sólo algunos ejemplos de cómo los negocios pueden contribuir a la creación de ecosistemas empresariales que motiven la sofisticación del consumidor.

Afortunadamente, Nuevo León ya es un jugador importante en este mercado. Existe un ranking internacional muy reconocido, el The World’s 100 best coffee shops, que evalúa no sólo la calidad en el café, sino también la experiencia y el conocimiento del barista, así como la innovación, la atmósfera, las prácticas sostenibles y los productos para acompañar el café en las cafeterías.

Cabe resaltar que este año se creó un ranking específico para México y nueve cafeterías del estado de Nuevo León son parte de la lista.

En Nuevo León existen grandes oportunidades para la industria cafetera. El mercado ha demostrado su fuerza entre quienes siguen las tendencias globales —como las bebidas de temporada, los pumpkin spice en otoño o los termos de la sirena que cambian cada estación—, pero también se abre un espacio prometedor para otro tipo de consumidor: aquel que disfruta el aroma del café, se interesa por conocer su origen y busca aprender nuevas formas de preparación para apreciar las notas cítricas, florales o achocolatadas que distinguen a los buenos granos.

Este público, cada vez más curioso y exigente, representa una oportunidad de valor agregado que la región podría aprovechar con mayor decisión.

La sofisticación de una industria no es un lujo, es una estrategia de crecimiento. La industria del café abre oportunidades, desde nuevos modelos de negocio —como suscripciones de café de especialidad entregado a domicilio— hasta la posibilidad de crear comunidades leales de consumidores educados. Monterrey tiene la infraestructura, los consumidores con poder adquisitivo y una creciente escena de café de especialidad.

Lo que falta es que más empresarios inviertan en educar a ese consumidor, transformándolo de seguidor de tendencias a conocedor auténtico. El mercado está listo. ¿Lo están los empresarios?

La autora es profesora de la Escuela de Negocios e investigadora del grupo Consumer Science and Marketing Strategy en el Tecnológico de Monterrey. Tiene experiencia como consultora y en diversas áreas de la mercadotecnia en empresas de consumo y servicios.

Contacto: sidney.ornelas@tec.mx

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