Monterrey

Miguel Moreno Tripp: El valor presente neto y la ideología

Ahora son Anatemas, pero comentemos. En tratándose (así decían antes cuando querían parecer eruditos) de proyectos de inversión, que son los grandes proyectos que hacen que las empresas -y la economía- crezcan, hay básicamente tres metodologías para ver si le entra o no.

Descartemos el primero: el periodo de recuperación. Bajo esta metodología, alguien (quizá el mismo pseudo erudito) decidía, supuestamente por su experiencia, que quería “recuperar” la inversión en un plazo corto: El canto de las sirenas. Esa persona consideraba que fueran dos años, de un proyecto que duraría 10 años por poner un ejemplo. Dos problemas: se ignora la generación de flujos de efectivo posteriores a los dos años, pero sobre todo se suman peras con manzanas al no considerar el valor del dinero en el tiempo.

La segunda metodología es determinar la tasa interna del proyecto y es equivale a preguntar ¿cuál es el rendimiento que, por sí mismo, genera el proyecto analizado? Ese rendimiento se compara contra lo que se conoce como la Tasa de Rendimiento Mínima Aceptable (TREMA) -tal cual su nombre lo dice: la mínima rentabilidad solicitada. Si el rendimiento generado por la inversión es mayor al rendimiento requerido, fácil, éntrale al proyecto.

La metodología más recomendable es el Valor Presente Neto (VPN) y está relacionada con la definición de un activo.

De acuerdo con la norma contable NIF A-5: “Un activo es un recurso controlado por una entidad […] del que se esperan fundadamente beneficios económicos futuros, derivado de operaciones ocurridas en el pasado […]” Simplemente convierte esos beneficios futuros esperados a pesos de hoy (para sumar peras con peras) y se resta la inversión requerida.

Si el proyecto genera más de lo que cuesta, éntrale. Si no arroja un monto positivo, hay otras técnicas como opciones reales, aunque es muy especializada su determinación. Tan-Tan. El monto positivo generado será la creación de valor del proyecto.

Desde luego que estamos hablando de proyectos con inversiones grandes y que son de largo plazo. De otra manera, si estuviéramos hablando una operación de una sola vez y en el momento, entonces será un negocio, a contraposición de una empresa que se asocia al largo plazo. Recomendación: toda inversión de mayor a un monto determinado debe pasar por el tamiz del VPN.

Implícitamente estamos hablando de algo fundamental que se requiere: el estado de derecho. Estaría mal, sería una aberración- pensar en invertir, si impunemente vienen unos malos mexicanos (o de cualquier nacionalidad) a despojar a media vida del proyecto, sería absurdo entrarle. Además, los inversionistas a veces son los fondos de retiro, osease, nuestro dinero para el retiro.

Por ahí van los comentarios de los CEO’s que en días pasados pedían visos de certidumbre para continuar en México.

Sin embargo, el oficialismo y sus texto-servidores se volcaron al “ya robaron mucho”, “no pagan impuestos” y demás cantaletas ideológicas de quienes nunca en su vida han hecho otra cosa que protestar. Pero está bien, que se lleven sus inversiones a otros lados.

Nada más que muchas de esas empresas son los grandes contribuyentes (así los clasifica Hacienda) que aportan más de la mitad de la recaudación tributaria y son los principales generadores de empleo (haciéndole “competencia” en el reclutamiento de personal al crimen organizado, quizá eso explique su escozor). La ideología trasnochada solo destruye. La nueva realidad de México.

Ps. Se extraña cuando Nuevo León, -el de toda la vida, el de a deveras-, se indignaba y reclamaba cuando los gobernantes cometían tonteras reflejando su arrogante incapacidad. Ahora les dan follows y likes. Otras épocas.

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