En los últimos meses se ha discutido sobre las patentes en México y la necesidad de aumentar los registros de propiedad intelectual para atraer inversión y generar crecimiento económico. Las recientes cifras del Índice de Innovación Global 2025, publicado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), ofrecen una fotografía del panorama de la innovación en México. El país se ubica en el lugar 58 de 139 naciones evaluadas. Sin embargo, esta posición cobra más relevancia al considerarse que México se encuentra en el tercer lugar de países más innovadores en América Latina, detrás de Chile y Brasil, y el décimo puesto en la clasificación de economías de ingresos medios altos.
El proceso de innovación es complejo, no es necesariamente lineal. Requiere de una confluencia de factores tales como talento humano, recursos financieros, capacidades de asociación y vinculación entre universidad-empresa-estado, infraestructura, entre otros. A nivel micro, la creatividad y la cultura pueden incidir en la innovación. Igualmente, a nivel macro, el sistema de propiedad intelectual o el compromiso y respeto por los derechos de propiedad intelectual en un país podrían impactar en los incentivos para innovar.
Algunos países deciden poner el énfasis en el respeto a los derechos de propiedad intelectual; otros hacen énfasis en la formación de talento humano. En Corea del Sur, la inversión estratégica en la formación de talento humano en tecnologías clave ha sido fundamental para su éxito. Esta política le ha permitido al país escalar del décimo al cuarto lugar en el Índice de Innovación Global entre 2020 y 2025. Este notable ascenso lo posiciona como la nación más innovadora en el Este, Sureste de Asia y Oceanía, superando a potencias como Singapur y China.
Aunque es innegable que los sistemas educativos asiáticos han sido objeto de debate por su impacto en el bienestar emocional de estudiantes y padres, es esencial reconocer su capacidad para producir una fuerza laboral altamente capacitada en áreas estratégicas. Esta cualidad resalta una de las mayores limitaciones de la región latinoamericana: la escasez de talento especializado en sectores como la ciencia, la tecnología y la inteligencia artificial, motores del crecimiento actual y futuro. Igualmente, en América Latina existe una brecha en áreas relacionadas con la sostenibilidad: son escasos los talentos en aspectos que incidan en tecnologías/patentes verdes y, por ende, en el desarrollo sustentable.
A pesar de este panorama, en distintas ciudades latinoamericanas se hacen esfuerzos por consolidar un ecosistema innovador a través del fortalecimiento de sus instituciones educativas y su relación con distintos agentes de la sociedad. Es así como en México destacan la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey. De acuerdo con el Instituto Mexicano de Propiedad Intelectual, Jalisco y Ciudad de México son las entidades federativas con más patentes en 2024, seguidas por Guanajuato y Nuevo León. En esta misma dirección, el Instituto Mexicano para la Competitividad apunta que Ciudad de México es una de las ciudades con talento humano muy capacitado, Guadalajara lidera en innovación y Monterrey en cultura empresarial. Por otra parte, la OMPI señala que para el 2025 la Ciudad de México tiene al clúster farmacéutico entre el top de los clústeres a nivel mundial, siendo el único clúster mexicano en esa clasificación.
Si bien a nivel nacional en México aún hay retos significativos en el ecosistema de innovación, las características distintivas de algunas ciudades podrían orientar acerca de cuáles elementos están funcionando y los que requieren de mayor atención. Por una parte, habría que evaluar las ganancias de la densidad poblacional en estas ciudades, así como la existencia de conglomerados industriales que promueven la diseminación del conocimiento y los efectos de aglomeración que generan mayor innovación y mejor desempeño económico. Por otra parte, habría que mirar algunos otros indicadores.
El Global Innovation Tracker de la OMPI señala que el indicador correspondiente a los fondos de capitales de riesgo ha empeorado tanto en el corto como en el largo plazo y que la inversión en I+D también lo ha hecho en el largo plazo. Ambos indicadores se relacionan con el financiamiento de la actividad innovadora. La atracción de capital podría ser la clave para que México pueda financiar las actividades de innovación; las políticas públicas y las estrategias de empresas privadas orientadas en ese sentido podrían contribuir al estímulo de la innovación en este país.
La autora es Doctora en Economía por la Claremont Graduate University, Claremont, California, académica de la Escuela de Negocios de la Universidad de Monterrey e integrante del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores de México (SNII).