Monterrey

Martín Quirós: El poder de un mensaje: una microhistoria en tres actos

A veces, pequeños gestos resultan claves para curar viejas heridas y comenzar a reconstruir de cara al futuro.

Primer acto: el encuentro

Como tantos otros en mi vida, fue un encuentro casual. Pero tuvo un ingrediente que lo hizo inolvidable.

Conocí a Carlos en una de mis conferencias sobre empresas familiares. Estaba sentado al fondo, callado pero atento. Cuando terminó la charla, se acercó y me pidió una reunión. Me bastaron unas pocas palabras para saber que ese encuentro no podía esperar.

Lo visité en su empresa una semana más tarde. Me mostró con orgullo sus logros: las modernas instalaciones, un equipo motivado y los proyectos que habían llevado su compañía a un nuevo nivel. No había dudas de su liderazgo y capacidad empresarial. El recorrido derivó naturalmente en un café en la sala de reuniones.

Entonces, la conversación tomó un giro inesperado. Detrás de los éxitos que me acababa de mostrar, Carlos estaba abrumado por un conflicto que atravesaba su vida: se había peleado con su hermana por la división de la empresa y su padre había tomado partido en favor de ella.

Con cada palabra su frustración, su tristeza y su resentimiento se volvían más evidentes. Sentí que le faltaba decir lo más importante.

- ¿Qué es lo que más te afecta de todo esto?

- Estar distanciado de mi madre -respondió-. Ella también se puso del lado de mi hermana.

- ¿Y tus hijos la ven a la abuela?

Carlos negó con la cabeza y bajó la mirada.

- Me manda mensajes para preguntar por ellos. Hace unos meses los invitó a comer, pero ellos no estaban muy entusiasmados y no quise obligarlos.

- O sea que además de sufrir porque sus propios hijos están peleados y sus nietos no quieran verla… ¿También tiene que soportar que estés enojado con ella? -le dije, sin quitar ni un instante mi mirada de sus ojos

Sorprendido por mis palabras levantó la vista y, luego de un largo silencio, me dio la razón.

Segundo acto: el milagro

Esa pausa de reflexión compartida se interrumpió cuando vibró el celular de Carlos. Leyó el mensaje y bajó un poco el teléfono, como si necesitara procesarlo. “Es de mi mamá”, dijo con la voz quebrada.

¿Casualidad o, simplemente esa conexión inexplicable que solo existe entre madre e hijo?

- ¿Te suele mandar mensajes? -indagué.

- Sí, pero este es diferente. Todos los días me envía uno que dice “Hola, hijo, ¿Cómo estás?”, pero este dice “Hijo, te quiero”…

El silencio ocupó toda la oficina. Estábamos los dos sorprendidos y conmovidos. Como si algo más allá de nosotros acabara de intervenir.

Era el momento perfecto para plantearle un desafío.

- Carlos… Quiero que llames a tu madre y la invites a desayunar con tus hijos. Pero no les preguntes si quieren ir, simplemente les avisas que van a desayunar con su abuela. Cuando estén juntos, no hablen de la empresa, ni de tu padre, ni de tu hermana. Sólo disfruten. Y una cosa más… Cuando terminen, quiero que se saquen una foto y me la envíen. ¿Cuento con tu compromiso?

Le noté una fugaz expresión de desconcierto que enseguida se transformó en determinación.

- Claro que sí, Martín -respondió.

Tercer acto: la foto

Tres semanas más tarde recibí un mensaje de WhatsApp. Era una foto que hablaba por sí sola: Carlos, sus dos hijos y su madre sentados alrededor de una mesa en la que abundaban las sonrisas. Su madre, con una mirada luminosa, sostenía una bolsa con regalos de Navidad para sus nietos. Comenzaba a compensar el tiempo perdido.

Yo también sonreí. Supe que estaba ante algo mucho más importante que una foto: era el primer paso para sanar heridas profundas y, tal vez, reconstruir puentes que parecían haberse quemado para siempre.

Esa foto no resolvió todos los problemas de Carlos, pero marcó el inicio de algo nuevo.

A veces, las familias necesitan un pequeño empujón, sencillo pero significativo, para empezar a sanar. En el caso de Carlos, el empujón llegó en forma de un mensaje inesperado, un desayuno feliz y, lo más importante, la voluntad de cambiar.

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El autor es Socio de Zendera, la evolución de Quirós Consultores.

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