Monterrey

Hugo René Ortiz: El IVA no se gasta, se administra

El problema no es entender el IVA… es no gastárselo antes de tiempo.

En esta ocasión, estimado lector, le compartiré una conversación godín, de esas que empiezan “tranqui”… pero que se ponen tensas. No hubo gritos, pero sí subió la temperatura.

De un lado del ring, Bárbara Angustias, mejor conocida como la Tesorito; no por su parecido con Laura León, sino porque es la de tesorería. Del otro lado, IVAn, apodado “el Terrible”, contador general de la empresa, frío como el viento, peligroso como el mar. Un hombre de pocas palabras, pero de muchos formatos.

—¿Entonces dónde quedó el IVA? —preguntó Bárbara, con esa mezcla de inocencia y malicia que solo da el manejo de las cuentas bancarias.

IVAn la miró fijamente, pensando para sí: Es mi oportunidad de practicar el tema que expondré la próxima semana en la clase de maestría.

Y así, lo que empezó como una simple duda, acabó en cátedra fiscal no solicitada.

Empezó con lo básico: el IVA es un impuesto que se causa por el consumo; lo paga el consumidor final y la empresa actúa como un tubo por donde fluye el IVA del cliente hacia el SAT. Se paga por comprar bienes, rentar inmuebles, contratar servicios o importar productos. Incluso si viene un extranjero de vacaciones a México, paga IVA en el hotel, el restaurante y hasta en el mezcal artesanal que se lleva de recuerdo.

—Hay tres tasas —continuó—: 16%, 0% y exento. Las dos primeras significan que la empresa sí cobra IVA. Si es tasa cero, como en exportaciones o alimentos básicos, no se cobra, pero el IVA pagado a proveedores sí se puede recuperar. Si es exento, como la educación o ciertos servicios financieros, ni se cobra ni se recupera. Ahí el IVA pagado se vuelve costo.

Para ese momento, la Tesorito ya tenía la angustia a flor de piel. Se le vinieron a la mente la nómina, el IMSS, el Infonavit y esa lista de gastos que no causan ni un peso de IVA acreditable. Se le notaba en la cara que ya no sabía si quería seguir preguntando o salir corriendo con el saldo de bancos bajo el brazo.

IVAn, que además de terrible es perspicaz, notó su cara de susto y le dijo:

—Tranquila, ahí viene la parte buena: el IVA se causa por flujo de efectivo, no por fecha de factura. Es decir, lo que importa es cuándo se refleja en el estado de cuenta, no cuándo se emitió el CFDI.

—¿Y los pedimentos? —interrumpió Bárbara—. Porque ahí sí pagamos el IVA desde que llega la mercancía, pero el proveedor extranjero nos da 30 días de crédito. ¿Entonces qué?

—Ese es un caso especial —respondió IVAn—. En importaciones, el IVA se paga al cruzar la aduana. Aunque no hayas pagado la factura, el SAT no perdona.

Bárbara, ya más centrada y con el colmillo de tesorera afilado, retomó la conversación:

—Entonces, dadas nuestras erogaciones normales —que incluyen varios gastos sin IVA acreditable—, lo más probable es que siempre tengamos un IVA a pagar, salvo en meses atípicos como hace cinco meses, cuando obtuvimos el préstamo para comprar la bodega. Ahí sí gastamos más de lo que cobramos.

El Terrible solo asintió. Quiso hablar, pero la Tesorito lo detuvo:

—Permíteme, aún no he terminado.

Con mirada firme y tono inquisitivo, soltó la bomba:

—Me da una angustia bárbara ver el saldo de bancos. Entonces explícame algo: si ese IVA que cobramos es del SAT y no se ha ido con los proveedores, ¿por qué no lo veo en la cuenta? ¿O ya se nos fue por otro lado?

Silencio. Ni un suspiro. Solo el zumbido del aire acondicionado.

—Esa era mi pregunta original —dijo Bárbara—, pero gracias por la explicación.

Y así, estimado lector, como en las mejores luchas estelares, no hubo un claro ganador. Solo una lección fiscal bien aprendida y un recordatorio incómodo: el IVA no se queda, solo se estaciona. Pasa por la cuenta bancaria como turista en balneario: entra, disfruta un rato y se va. Y si no hay control en la tesorería, ese dinero desaparece como si nunca hubiera estado… pero eso sí, el SAT sí lo tiene bien anotado.

Porque al final, lo que usted y yo sabemos —y que a veces olvidamos— es que el IVA no es suyo. Nunca lo fue.

Así que ya sabe, revise su saldo, cuadre su flujo y haga cuentas antes de enamorarse del IVA ajeno. Porque una cosa es administrarlo… y otra muy distinta, gastarlo como si fuera suyo.

Contacto: huorsa@ortizgarza.com.mx

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