La integración de factores Ambientales, Sociales y de Gobernanza o ESG (Environmental, Social and Governance) en las decisiones de inversión ha dejado de ser una tendencia de nicho para convertirse en un imperativo de competitividad global.
En México, el mercado de capitales está experimentando una aceleración decisiva en esta materia, impulsada por la presión de inversionistas institucionales, reguladores y la urgencia climática. Lo que antes se veía como un filtro “ético”, hoy es una métrica de gestión de riesgos y una vía hacia la resiliencia económica a largo plazo.
Históricamente, el gran motor de las finanzas en México ha sido el sector público y el sistema bancario tradicional. Sin embargo, en los últimos años, el mercado de capitales ha tomado la batuta en la transición ESG.
El cambio no es casual: responde a la incesante demanda de capital extranjero, que cada vez más exige un reporte claro y verificable de los riesgos climáticos y sociales.
La autoridad financiera, a través de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) y el Banco de México (Banxico), ha jugado un papel crucial.
Con la publicación de guías y la adopción de normativas inspiradas en estándares internacionales como el Task Force on Climate-Related Financial Disclosures (TCFD), se está obligando a las empresas y a las instituciones financieras a medir y divulgar sus exposiciones a los riesgos ESG. Por ejemplo, una empresa altamente dependiente del agua debe transparentar su estrategia ante la escasez hídrica (factor Ambiental), mientras que un banco debe evaluar el impacto social de sus préstamos (factor Social). Esta transparencia es fundamental para alinear los flujos de capital hacia proyectos que generen valor a largo plazo.
El segmento de la deuda sostenible es el campo de batalla donde la integración ESG se ha manifestado con mayor fuerza. La emisión de Bonos Verdes, Sociales y Sostenibles ha experimentado un crecimiento exponencial.
Los Bonos Verdes canalizan recursos específicamente a proyectos con beneficios ambientales (energías limpias, eficiencia energética). Los Bonos Sociales financian iniciativas con impacto positivo en la población (vivienda asequible, salud). Los Sostenibles, por su parte, combinan ambos objetivos. Este tipo de emisiones de deuda permite a las empresas mexicanas diversificar sus fuentes de financiamiento y acceder a una base de inversionistas más amplia y global. Para el emisor, obtener la etiqueta “sostenible” implica un compromiso que se traduce en mayor credibilidad y, potencialmente, en un menor costo de capital (la “prima verde”), ya que los proyectos ESG suelen ser percibidos como menos riesgosos en el horizonte de largo plazo.
A pesar del notable avance, la transición no está exenta de desafíos. El principal cuello de botella es la falta de estandarización en el reporting (informe) y la calificación ESG. Las empresas en México reportan métricas de manera heterogénea, lo que dificulta a los inversionistas la comparación y la toma de decisiones.
Esta ambigüedad alimenta el riesgo de “Greenwashing”, donde una empresa exagera o miente sobre sus credenciales sostenibles.
Combatir este riesgo requiere que los reguladores y el mercado exijan una verificación externa robusta de los informes ESG y que se establezcan taxonomías (clasificaciones) claras para definir qué es, de hecho, una actividad sostenible en el contexto económico mexicano.
Otro reto fundamental es la Gobernanza (la “G” de ESG). Es necesario asegurar que los directorios y la alta gerencia adopten la sostenibilidad como un tema estratégico y no solo de cumplimiento. Sin un liderazgo firme, cualquier avance en lo ambiental o social será superficial y frágil.
La aceleración de las Finanzas Sostenibles en el mercado de capitales mexicano es una realidad irreversible. Las empresas que asuman proactivamente los criterios ESG, alineando su estrategia de negocio con la mitigación de riesgos y la creación de valor social, no solo estarán cumpliendo con un deber ético, sino que asegurarán su viabilidad y competitividad en la economía del futuro.
La sostenibilidad ya no es una opción, sino un motor de capital y un requisito para la supervivencia empresarial.
El autor es Director del Departamento Regional de Contabilidad y Finanzas del Tecnológico de Monterrey y tiene el International Sustainable Finance Certificate, Nivel 1.
Contacto: edcarbaj@tec.mx