La llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia del país generó grandes expectativas en algunos sectores de la población mexicana, particularmente el hecho de que llegara por primera vez una mujer a la máxima magistratura parecía anticipar una nueva forma de gobierno, una gestión en la que como la propia presidente dijo “llegamos todas”, “primero las mujeres” entre otras aseveraciones, sin embargo, a un año hay toda una serie de claroscuros.
Si bien en un inicio nos cuestionábamos si la nueva inquilina de Palacio Nacional tendría un estilo propio de gobernar y sabría marcar distancia de Andrés Manuel López Obrador, estos doce meses han estado marcados por una clara continuidad de la agenda política de su antecesor, llamada Cuarta Transformación (4T), al tiempo que se ha visto fuertemente “golpeada” no solo por los retos estructurales y coyunturales del contexto nacional y del sistema internacional sino además por la creciente y evidenciada corrupción y escándalos en todos los niveles en la estructura del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) que la llevó al poder e incluso entre las filas de muy cercanos colaboradores de ésta y la pasada administración.
El gobierno de Sheinbaum ha tenido que lidiar con problemáticas que se arrastran de administraciones anteriores profundizadas en la de su antecesor y agudizadas recientemente entre las que destacan la violencia e inseguridad.
Si bien los índices de homicidios y delitos de alto impacto muestran mejoras marginales en algunas zonas del país gracias al distanciamiento que se ha hecho de la estrategia de abrazos no balazos, siguen siendo muy altos.
Los enfrentamientos entre cárteles, las desapariciones y el clima de inseguridad afectan la percepción ciudadana, limitan inversiones y vulneran la seguridad a lo largo y ancho del país. A pesar de los datos presentados en las mañaneras, hay Estados como Colima, Guanajuato, Morelos, Sinaloa y otros, sumergidos en una gran violencia tal y como lo reporta el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública en sus reportes mensuales.
Otro de los grandes retos que no se ha logrado atender es el referente a los sistemas de salud y educación. La cobertura y calidad de la salud pública, así como del sector educativo presenta serios rezagos. El sistema de salud enfrenta una situación crítica por el desabasto de medicamentos, la insuficiencia en la infraestructura hospitalaria, los recortes presupuestales y la falta de personal médico lo que hace que más de la mitad de la población recurra a servicios privados por la saturación y deficiencia del sector público, lo que se refleja en la prevalencia de enfermedades crónicas e incluso el desabasto de insumos básicos como las vacunas lo que da clara cuenta de la crisis del sector, lo cual se agudiza en comunidades rurales e indígenas.
Respecto al sector educativo sigue siendo insuficiente la infraestructura escolar, no hay mantenimiento ni suministro de los insumos básicos y no se ha podido revertir los índices de deserción escolar y baja cobertura particularmente en los niveles de educación de bachillerato y medio superior a pesar del aumento en becas educativas y de los esfuerzos del programa denominado Nueva Escuela Mexicana. Si bien las políticas implementadas en el último año han permitido algunos avances muy modestos lo cierto es que no se han logrado eliminar los obstáculos estructurales que afectan la equidad, justicia y permanencia de los estudiantes mexicanos lo cual se agudiza en algunas regiones del país como es el sur y sureste que muestran los mayores niveles de rezago.
A estos retos estructurales que debe enfrentar el gobierno actual, se suman los escándalos de corrupción, señalamientos de complicidad con redes delictivas y las disputas internas en el seno mismo de Morena que erosionan su legitimidad y su cohesión política.
El llamado huachicol fiscal ha sido señalado como el mayor escándalo de corrupción en la historia moderna de México involucrando el desvío de miles de millones de pesos y otros recursos a través de evasión fiscal y protección de grandes evasores por parte de funcionarios ligados a Morena y al expresidente.
Por otra parte, los vínculos entre miembros del partido con grupos criminales han salido a la luz incluyendo la infiltración de personajes con nexos comprobados con el narcotráfico en cargos públicos relevantes lo que compromete al gobierno actual y las promesas de conducirse con austeridad y combatir la corrupción y el nepotismo.
Los continuos escándalos familiares y de funcionarios por uso de recursos públicos para viajes, propiedades de lujo y ostentación contradicen los discursos de la presidente y pareciera que alejan a sectores populares de su base política.
Esta serie de escándalos y corrupción en las más altas esferas del poder político en México afectan no sólo la legitimidad y credibilidad al interior sino la imagen internacional del país lo que afecta relaciones bilaterales tan importantes como con Estados Unidos y varios países latinoamericanos.
No cabe duda de que, a pesar de estos retos estructurales, escándalos y corrupción, Sheinbaum continúa con altos niveles de apoyo que oscilan, según las fuentes, entre 57 y 65%, incluso alguna encuestas como Mitofsky le otorgan hasta un 72%, no obstante, su nivel de aceptación ha caído en los últimos meses. Claudia Sheinbaum se encuentra ante una encrucijada entre mantener vínculos de lealtad hacia su antecesor o tomar las riendas efectivas del poder asumiendo todas las decisiones, riesgos y costos que ello implique… Aún le quedan 5 años por delante para decidir cómo querrá pasar a la historia.
La autora es Doctora en Relaciones Internacionales, especialista en Asuntos Globales y Política Internacional.Profesora investigadora de la Escuela de Gobierno y Ciencias Sociales del Tecnológico de Monterrey.