Monterrey

Hugo Oritz: ¿Pa’ qué sirve ese tal Paquete Económico?

No es un Excel del gobierno, es la brújula del país.

Cada septiembre, además del pozole y las banderas en los coches, hay un evento que pasa medio desapercibido, pero que tiene consecuencias directas en su bolsillo, en su empleo, en su gasolina… y hasta en su recibo de luz.

Me refiero al Paquete Económico. Ese documento que la Secretaría de Hacienda entrega al Congreso y que, a simple vista, parece una lista de compras escrita en marciano financiero. Pero créame, es mucho más que eso.

El Paquete Económico es, en esencia, el plan financiero del gobierno para el año siguiente. Si fuera una casa, sería su presupuesto familiar. Si fuera una empresa, sería su plan operativo anual. Y si fuera una banda de rock, sería la lista de canciones que van a tocar en la gira.

Este documento trae varias piezas. Pero hay una que funciona como el corazón del asunto: los Criterios Generales de Política Económica.

¿Y qué traen esos Criterios? Pues el diagnóstico de cómo está la economía. Las expectativas para el próximo año. Y, sobre todo, las reglas del juego: cuánto se va a gastar, de dónde saldrá ese dinero y en qué se piensa invertir. O dicho más bonito: ingresos, gasto, deuda y crecimiento.

¿Por qué importa esto? Porque aquí se nos dice cuánto estima el gobierno que crecerá el país. Cuánta inflación espera. Cuál será el precio del petróleo, el tipo de cambio, la tasa de interés… Es como el pronóstico del clima económico. Y aunque ya sabemos que los pronósticos fallan más que el GPS en la sierra, al menos ayudan a cargar con paraguas si se viene tormenta.

Ahora bien, el Paquete Económico 2026 llega con una novedad: es el primero completamente diseñado por la nueva administración federal. Ya sin pretextos ni herencias, aquí se ve lo que realmente quieren hacer.

Y lo que vemos es una especie de equilibrio entre la continuidad social y la responsabilidad fiscal. O sea, gastar en bienestar… pero sin romper la alcancía.

En su introducción, el documento deja claro que el objetivo es consolidar un modelo con “bienestar y humanismo”. Eso se traduce en programas sociales, salud, educación, vivienda y empleo. Pero también deja ver un compromiso con la estabilidad macroeconómica. Aquí es donde la cosa se pone interesante:

¿Cómo se logra gastar más, sin endeudarse de más?

La respuesta está en varias medidas. Una mejor recaudación. Más herramientas digitales para combatir la evasión. Incentivos para que quien tenga dinero fuera del país lo regrese e invierta aquí. Y un control más estricto del gasto no programable.

Todo eso suena bien. Pero hacerlo realidad requerirá más que buenas intenciones y hojas de Excel.

Vamos a los números. El gobierno espera que la economía crezca entre 1.8% y 2.8% el próximo año. La inflación cerraría en 3%, el dólar se mantendría relativamente estable y la deuda pública se controlaría en torno al 52% del PIB.

Y aquí es donde entra usted, estimado lector. Porque quizá se pregunte: ¿Y eso a mí qué?

Déjeme decirle que este documento influye en muchas cosas cotidianas. Por ejemplo: si hay una política para aumentar el salario mínimo por encima de la inflación, su poder adquisitivo mejora. Si se invierte en trenes, carreteras, puede que se abra una vacante cerca de su ciudad. O que bajen los costos logísticos de su negocio. Si se simplifican los trámites fiscales y se usa mejor la tecnología, quizá pase menos tiempo frente a la pantalla del SAT.

El Paquete también proyecta qué va a pasar con Pemex, con la inversión extranjera, con los proyectos de innovación y hasta con el T-MEC. De hecho, la revisión de este tratado en 2026 será clave para saber si la integración económica con Estados Unidos y Canadá sigue viento en popa… o si habrá ajustes que afecten exportaciones, empleos y cadenas de valor.

Además, no olvide que esto no se queda en el papel. El Congreso tiene que discutir y aprobar el Paquete Económico antes de que concluya el año. Ahí es donde entran los jaloneos, las prioridades políticas y, claro, los ajustes que luego nadie quiere asumir.

En resumen, estimado lector: el Paquete Económico no es un documento más. Es la bitácora de vuelo del país para 2026. Dice hacia dónde vamos, con qué motor, cuánta gasolina traemos… y si llevamos el tren de aterrizaje abajo, por si al piloto se le atraviesa la realidad.

En esta ocasión me tocó ser el mensajero, el cartero fiscal que toca a su puerta sin afán de cobrarle nada… por ahora. Y como buen mensajero, estaré pasando cada quince días a dejarle las novedades: cómo va avanzando el proceso legislativo, qué cambios sufre el Paquete y, sobre todo, qué tanto nos afecta. Porque el chiste no es solo enterarse… sino entenderle, antes de que el dictamen nos agarre sin paraguas.

Contacto: huorsa@ortizgarza.com.mx

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