La serie de escándalos financieros de las últimas semanas, donde algunas SOFOMES (Sociedades Financieras de Objeto Múltiple) no han generado los retornos prometidos, ha desatado el nerviosismo de inversionistas respecto a su capital, el riesgo asumido y las posibles ganancias.
Las instituciones financieras suelen prometer tasas elevadas para captar inversionistas y omiten compartir el riesgo que deben asumir para obtenerlas.
Quizá crean que todos estamos conscientes de una simple regla financiera: a mayor tasa de retorno, mayor riesgo.
A pesar de ser una regla simple, la realidad es que al momento de invertir, muchos individuos se concentran en los atractivos retornos y menosprecian la posibilidad de perder gran parte de su inversión.
Nassim Nicholas Taleb llamaba a parte de este fenómeno el “cisne negro”: la creencia de que los cisnes negros no existen, por lo tanto, nunca nos encontraremos uno.
Sin embargo, en los mercados financieros, el cisne negro (la posibilidad de que quiebre una institución financiera) sí existe, aunque muchos inversionistas se comporten como si no hubiera esa “pequeña” posibilidad.
Taleb menciona que el error fundamental del inversionista suele ser confundir “ausencia de evidencia” con “evidencia de ausencia”.
Esta última ha sido desastrosa para inversionistas que han perdido todo de la noche a la mañana porque creían que esa remota posibilidad no existía.
En este sentido, asumir mayor riesgo en tu inversión sin contemplar que la posibilidad de perder tu capital aumenta a medida que las tasas mejoran, es un sesgo común en los inversionistas.
Asumir que los individuos somos siempre racionales y que tomamos decisiones de inversión bien evaluadas es otro tema que se ha investigado a profundidad. H. A. Simon propuso en 1957 el término “racionalidad limitada” para describir cómo tomaban decisiones los individuos.
A medida que se desarrollaba este campo de conocimiento, los experimentos mostraban que nuestra toma de decisiones era menos racional de lo que habíamos asumido.
Un ejemplo: el sesgo de anclaje indica que el inversionista sobrevalora la primera o más reciente información de la que dispone para tomar una decisión de inversión.
La primera información que te presentan las instituciones financieras es ¡la tasa de interés! Por lo tanto, el inversionista tiende a valorar más las posibles ganancias que los riesgos que está asumiendo.
Hay docenas de sesgos como este, lo que convierte las decisiones de inversión en un proceso complejo y muchas veces poco racional.
Tomando en cuenta lo anterior, a veces no resulta tan simple seguir una simple regla financiera: a mayor tasa de retorno, mayor riesgo.
Aunado a esto, el concepto de racionalidad limitada sugiere que el inversionista buscará información sobre el posible destino de su inversión hasta que sienta cierta seguridad para tomar su decisión.
Es decir, muchos inversionistas no hacen una búsqueda exhaustiva del tipo de inversión que más les conviene.
¿Banco o SOFOM? ¿Tiene un adecuado gobierno corporativo? ¿SOFOM regulada o no regulada? ¿La inversión está asegurada por el IPAB? ¿En qué instrumentos invierten estas instituciones? ¿Qué condiciones económicas existen en el país para invertir y recuperar lo invertido? Incluso, una búsqueda exhaustiva no exime al inversionista de las malas inversiones que puedan hacer las instituciones bancarias.
Cuando varias instituciones bancarias entran en crisis, empieza un periodo de corrección de los mercados financieros.
Las instituciones reguladoras empiezan a replantear la eficacia de los mecanismos vigentes, las instituciones financieras revisan sus portafolios para recalcular el riesgo asumido y generar estrategias más conservadoras que incluyan una mejor diversificación, y el inversionista empieza a reconsiderar si el riesgo que ha asumido en sus inversiones justifica el posible retorno esperado.
Al final, esto no es otra cosa que recordarle al inversionista que debe seguir una simple regla financiera: a mayor tasa, mayor riesgo.
El autor es especialista en estrategia empresarial e innovación social y actualmente es profesor-investigador en la Escuela de Negocios de la Universidad de Monterrey.