Desde hace ya unos meses, la inteligencia artificial (IA) dejó de ser una novedad para convertirse en un tejido operativo básico para los negocios.
En México, el emprendedor que compite por clientes, talento y financiamiento ya se mide en buena parte por su capacidad de integrar IA en sus procesos cotidianos: desde cómo atiende a sus clientes hasta cómo decide qué comprar, a qué precio vender y qué productos lanzar.
Este es el año en que la IA deja de ser un proyecto “de innovación” y se vuelve un insumo estrategico para los negocios.
Estimado emprendedor, si hoy tu negocio usa excel, vende por internet o tiene campañas digitales, ya deberías estar generando valor con IA.
El punto no está en tener la herramienta más avanzada, sino en definir con claridad en qué parte de tu cadena productiva tienes más problemas: tiempos de respuesta, costos operativos, merma, cobranza, rotación de clientes o velocidad para crear contenidos.
La IA es muy buena herramienta disminuyendo tiempos, pero primero tu trabajo es señalar el cuello de botella.
Un ejemplo claro es la atención al cliente. En México, donde WhatsApp y redes sociales dominan el canal, un asistente entrenado con tus catálogos y preguntas frecuentes puede absorber el volumen repetitivo y dejar a tu equipo humano las conversaciones de mayor valor.
La clave está en conectarlo a tus datos: historial de compras, inventario, estado de envíos, precios y disponibilidad en tiempo real. Un bot genérico impresiona una semana; un bot que consulta tus sistemas internos se paga solito en un mes.
El resultado es ahorro: menos espera para el cliente y más horas del equipo enfocadas en resolver lo estratégico y no lo repetitivo.
Pero la IA también puede aportar en la operación. Como lo señalé en el apartado de mi libro sobre comercio internacional (Leal Buenfil, 2021); comercio electrónico, manufactura, distribución y venta final comparten la misma necesidad básica: prever demanda, asignar recursos y evitar desperdicio.
Con servicios en la nube, hoy puedes correr modelos predictivos sin comprar servidores ni contratar científicos de datos.
Alimenta al modelo con tus ventas históricas, estacionalidad, promociones y calendario; deja que la IA te proponga niveles de inventario y compras por sucursal. Haz lo mismo con rutas de reparto y turnos de personal. La IA te puede ayudar en convertir datos dispersos en decisiones consistentes.
En este contexto, la ruta de implementación más sensata para una PyME mexicana arranca con un diagnóstico breve: Mapea los procesos más repetitivos y define (para empezar) un solo caso de uso con impacto directo en caja.
Prueba servicios de IA en la nube para evitar inversión fija y mide desde el día uno con indicadores simples: tiempo promedio de respuesta, tickets resueltos por agente, rotación de inventario, días de cartera vencida, etc.
Enfocate en aquello que más le duela a tu negocio. Si la primera prueba funciona, después escalas. Si no, cambias de herramienta. Generalmente en los negocios la disciplina estratégica es más valiosa que la sofisticación técnica.
La pregunta que todo emprendedor mexicano se debe estar haciendo en este momento no es “qué modelo de IA usar”, sino “qué resultado de negocio quiero y cómo lo mido”.
Elige una métrica que importe para tu etapa actual de negocio: flujo de efectivo, margen de utilidad, retención de clientes, ticket promedio. Conéctala a un sistema de IA, establece una línea base y revisa quincenalmente.
Si tus números mejoran, duplicas la apuesta; si no, cambias a otro proceso. Establece revisiones humanas en puntos críticos. Integra la IA a tu operación diaria, no a tu discurso o publicidad.
México tiene talento, mercados dinámicos y una posición privilegiada en Norteamérica. Quien se mueva primero y con disciplina estratégica, capturará la mayor parte del valor de mercado. El momento de hacerlo es ahora. Sin pausas pero sin prisas.
El autor es Profesor de la Universidad de Monterrey y de la UANL. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores CONAHCYT. Doctor en Filosofía. Maestro en Derecho Norteamericano en Washington University, Licenciado en Economía por el Tecnológico de Monterrey y Licenciado en Derecho por la UANL.