Nuevo León atraviesa un momento estratégico para consolidar su liderazgo energético e industrial en México. El auge del nearshoring ha detonado una expansión acelerada de parques industriales, especialmente en la zona norte y oriente del Área Metropolitana de Monterrey, lo que ha incrementado de manera significativa la presión sobre la infraestructura eléctrica y de gas.
Este dinamismo productivo no solo exige inversiones en generación y transmisión, sino también en el fortalecimiento del capital humano, ya que para 2030 se proyecta que más de 850 mil personas estarán vinculadas directa o indirectamente al sector energético. En este sentido, la disponibilidad de talento especializado será un factor tan crítico como la propia infraestructura para sostener la competitividad del estado.
Los hallazgos de este estudio confirman que, aunque Nuevo León cuenta con una base educativa amplia, existe una brecha importante entre la oferta académica actual y las competencias que demanda la industria.
La formación técnica y profesional debe evolucionar para responder tanto a los requerimientos operativos inmediatos como a las nuevas tendencias de digitalización, sostenibilidad y descarbonización. De no atenderse este desfase, la expansión industrial corre el riesgo de enfrentar cuellos de botella en disponibilidad de talento, comprometiendo la capacidad de ejecución de proyectos estratégicos.
PERFILES TÉCNICOS A LO LARGO DE LA CADENA ENERGÉTICA
El mapeo de perfiles técnicos en la cadena de valor energética muestra que el sector depende de un abanico diverso de ocupaciones, que abarcan desde operadores de estaciones de bombeo y técnicos en mantenimiento de ductos en el midstream, hasta linieros de alta tensión, técnicos en subestaciones y operadores de plantas de generación en el segmento eléctrico. También destacan perfiles asociados a consumo y eficiencia, como técnicos en climatización, operadores de calderas, especialistas en automatización y electricistas industriales. Estos hallazgos reflejan que el sector requiere una combinación de competencias prácticas, certificaciones específicas y experiencia operativa que en muchos casos no está siendo cubierta por la oferta educativa tradicional.
Cabe señalar que este listado de perfiles representa una fotografía de las necesidades actuales del sector, pero no constituye un marco cerrado. Conforme evolucionen la industria y las tecnologías, surgirán nuevas funciones y requerimientos que deberán ser monitoreados. El Observatorio de Talento Energético tendrá justamente la tarea de dar seguimiento a esta evolución, asegurando que se identifiquen oportunamente los cambios en habilidades, ocupaciones y conocimientos, de manera que las instituciones y empresas cuenten con información para anticiparse a las demandas futuras.
CARRERAS PROFESIONALES CLAVE
En el plano profesional, las ingenierías relacionadas con energía, mecánica, química, electromecánica y automatización se consolidan como pilares del sector, ya que son las que sostienen la operación de plantas, redes eléctricas e infraestructura industrial. A ellas se suman disciplinas transversales como telecomunicaciones, instrumentación y control, así como seguridad industrial e ingeniería ambiental, que aseguran la operación segura y sustentable de la cadena energética. Estas carreras, junto con los programas de Técnico Superior Universitario (TSU) en fuentes alternas de energía, electromecánica y refrigeración, aportan la base de talento que actualmente sostiene la operación.
Sin embargo, la transición energética y la digitalización están generando nuevas áreas de especialización que requieren perfiles emergentes. Ciencias de Datos y Analítica de Negocios, Derecho Regulatorio y Economía Energética, Transformación Digital y Automatización con Inteligencia Artificial son cada vez más demandadas, pues el sector no solo requiere operar infraestructura, sino también gestionar información, diseñar nuevos modelos de negocio y adaptarse a marcos regulatorios en constante cambio. El reto para las instituciones educativas será evolucionar sus programas con suficiente rapidez para que los egresados lleguen con competencias alineadas a estas tendencias.
PRINCIPALES HALLAZGOS
El hallazgo más relevante es la brecha de alineación educativa. Mientras las empresas demandan técnicos con un alto nivel de especialización en operación y mantenimiento, gran parte de la oferta académica continúa privilegiando la formación teórica. Esto provoca que posiciones críticas deban cubrirse con personal reconvertido desde otras áreas, lo que incrementa costos de capacitación y retrasa la integración efectiva de los trabajadores a los procesos productivos. Esta situación se vuelve especialmente sensible en un contexto de crecimiento acelerado de parques industriales, donde la disponibilidad inmediata de personal calificado puede definir la competitividad de un proyecto.
Adicionalmente, se identifican áreas de mejora relacionadas con la cobertura de programas formativos y la movilidad del talento. En algunos casos, la oferta educativa no alcanza a cubrir de manera homogénea todas las regiones estratégicas del estado, lo que puede generar vacíos locales de perfiles técnicos. Asimismo, existe evidencia de que parte del talento formado en Nuevo León opta por oportunidades en otros mercados más atractivos, lo cual refuerza la necesidad de fortalecer la vinculación entre instituciones y empresas locales. Aunque estas tendencias aparecen de forma incipiente en el estudio, resultan indicativas de riesgos que deben ser atendidos de manera preventiva.
ESTADO DESEADO Y LÍNEAS ESTRATÉGICAS
El estado deseado hacia 2030 es contar con un ecosistema de talento energético sólido, flexible y en constante actualización, capaz de impulsar la eficiencia, la digitalización y la descarbonización de toda la cadena de valor. Este ecosistema deberá integrar tanto a técnicos como a profesionistas, incluyendo nuevas especialidades y programas de reconversión que faciliten la adaptación de la fuerza laboral.
Para alcanzar este objetivo, se plantean cuatro líneas estratégicas: (1) alianzas educativas para fortalecer modelos duales y actualización curricular, (2) microcredenciales que permitan capacitar de manera ágil y modular en habilidades de alta demanda, (3) diálogo permanente con empresas tractoras para retroalimentar los programas formativos con base en necesidades reales, y (4) un Observatorio de Talento Energético como mecanismo de monitoreo, análisis y generación de inteligencia estratégica.
CONCLUSIÓN
El futuro energético de Nuevo León no depende únicamente de su infraestructura física, sino de su capacidad para formar, retener y conectar talento especializado. Los hallazgos muestran que, si bien existe una base sólida de programas académicos, la brecha entre oferta y demanda sigue siendo considerable, particularmente en técnicos operativos y en áreas emergentes vinculadas a digitalización y sostenibilidad.
El autor es Director del Clúster Energético de Nuevo León.