A lo largo de mi carrera he tenido la oportunidad de trabajar con cientos de líderes alrededor del mundo. Algunos me han impresionado por su visión estratégica, otros por su carisma y muchos por su disciplina incansable. Pero hay casos que trascienden esas cualidades y que me han enseñado lecciones sobre lo que significa realmente liderar.
Recuerdo especialmente a un cliente con quien comencé a trabajar hace más de veinte años. En aquel entonces, su empresa era relativamente pequeña: tenía poco más de cincuenta tiendas y alrededor de dos mil empleados. Su meta era ambiciosa: quería transformar no solo su compañía, sino también la manera en que su industria operaba. Hoy, ese grupo empresarial emplea a decenas de miles de personas y participa en sectores tan diversos como telecomunicaciones, banca, televisión, minería y energías renovables.
Lo fascinante de su historia no fue solo el crecimiento exponencial de sus empresas, sino su manera de ver la vida y el trabajo. En una de nuestras conversaciones, le pregunté cómo hacía para mantener su energía y determinación, cómo podía seguir adelante cuando cualquier otro, con menos fuerza interior, habría claudicado ante tantos desafíos simultáneos. Me respondió algo que conservo como enseñanza: “Esto es lo que amo. Es mi pasión, y no puedo imaginar mi vida haciendo otra cosa.”
Sin embargo, también reconoció el costo personal que implica esa pasión. Muchas veces tuvo que sacrificar tiempo con su familia o con sus amigos. Pero nunca sacrificó la calidad de su equipo. Siempre buscaba rodearse de personas más inteligentes que él en sus áreas de expertise, personas que no solo complementaran sus capacidades, sino que desafiaran sus ideas y le mostraran ángulos que él no veía.
Recientemente, he visto ecos de esta misma filosofía en el noreste de México, particularmente en Nuevo León. En esa región, el liderazgo empresarial ha comenzado a adoptar una visión que va más allá del crecimiento económico: busca generar impacto social, construir equipos resilientes y transformar industrias desde adentro.
En Monterrey, por ejemplo, el auge del nearshoring ha traído consigo una ola de inversión sin precedentes, pero lo verdaderamente notable es cómo los líderes locales han respondido.
En lugar de limitarse a aprovechar las oportunidades, han creado entornos donde el talento florece, donde el propósito colectivo se convierte en motor de innovación. En foros como el ESG Summit de Nuevo León, cientos de empresas se han reunido para redefinir el éxito empresarial: no como acumulación de capital, sino como construcción de legado. Esa convicción —de que el trabajo puede ser una causa compartida— está transformando la manera en que se lidera en la región
En referencia a mi cliente, fue esa combinación de pasión por el trabajo y humildad para reconocer sus limitaciones lo que permitió crear un grupo empresarial sólido, resiliente y con un propósito claro.
Su liderazgo me recordó una lección que repito constantemente: el éxito de un líder no se mide únicamente por su visión, sino por su capacidad de construir un equipo de alto desempeño que comparta un propósito común.
La pasión individual puede mover montañas, pero es la pasión colectiva la que crea imperios. Cuando un líder logra que su equipo crea tanto como él en el propósito de la organización, se genera un fenómeno extraordinario: el trabajo deja de ser una carga y se convierte en una causa compartida. Es entonces cuando surgen los grandes cambios, aquellos que transforman industrias enteras y dejan un legado que perdura más allá de la vida de un solo hombre o mujer.
Así, este cliente me enseñó que el liderazgo no es solo una cuestión de carácter o visión. Es, sobre todo, una decisión consciente de crear un entorno donde las personas se sientan parte de algo más grande que ellas mismas. Porque solo así, como él mismo me dijo un día, se logra construir algo que sea, verdaderamente, más grande que la vida.
El autor es Consultor de gestión global, como fundador y director ejecutivo del Instituto Adizes, ha dedicado su carrera para ayudar a organizaciones a mejorar su desempeño y efectividad a través de la Metodología Adizes.