En el dinámico entorno económico actual, la gestión fiscal y el cumplimiento normativo son más que una obligación; son una piedra angular para la salud financiera de nuestras empresas y un motor indispensable para el bienestar y desarrollo de nuestro país. Imagina que cada peso que pagas en impuestos se traduce en hospitales, escuelas y carreteras. Esa es la fuerza de la cultura contributiva.
¿Sabías que el costo para el gobierno de un estudiante universitario varía, pero en promedio, se estima que puede oscilar entre $86,893 y $92,966 anuales para estudiantes de educación superior en México?
El pago de impuestos es fundamental para cualquier nación, pues representa una de las principales fuentes de ingreso para los gobiernos, permitiéndoles financiar bienes y servicios públicos esenciales que generan bienestar social. Para que México logre estos ingresos de manera eficiente, no basta con que los contribuyentes paguen; es crucial que posean un conocimiento profundo de sus obligaciones fiscales y una arraigada cultura fiscal.
La cultura fiscal son valores, creencias y actitudes que los ciudadanos tienen respecto a la tributación, influyendo directamente en la decisión de cumplir. Un conocimiento y una cultura fiscal desarrollada permiten, desde una persona trabajadora asalariada hasta una gran empresa, planear correctamente sus finanzas y administrar sus impuestos de manera eficiente, evitando pagos excesivos o sanciones.
En nuestro país, el sistema tributario es complejo, y temas como la determinación o el llenado de declaraciones pueden ser difíciles por la falta de formación. Esto, junto a tasas altas y una actitud de rechazo al pago, afecta la correcta administración fiscal. La falta de conocimiento puede resultar en pagos innecesarios o en la imposibilidad de aprovechar beneficios fiscales, por ejemplo: María, emprendedora de un taller textil, dejó de aprovechar deducciones de gastos médicos por $50,000 por desconocimiento, lo que implicó un pago extra de $15,000. Como María, miles de contribuyentes pierden oportunidades por falta de información. La cultura fiscal no solo evita errores: empodera.
Fomentar una cultura fiscal sólida es una tarea multifacética que requiere la colaboración de diversos actores. La transparencia y la rendición de cuentas por parte del gobierno son cruciales para disipar la desconfianza y promover una relación de cooperación. Algunas estrategias para fortalecer la Cultura Contributiva son:
Educación y Concientización Fiscal: El Servicio de Administración Tributaria (SAT) ha realizado programas de educación fiscal desde 1997, como el “Programa de Civismo Fiscal,” que evolucionó a “Cultura Contributiva” y luego a “Educación Fiscal”, resulta importante continuar con este tipo de programas.
Integrar la educación fiscal en los planes de estudio desde la educación básica hasta el nivel superior, a través de materias de Formación e Información Tributaria.
Además, realizar actividades lúdicas, talleres, pláticas y campañas publicitarias para difundir información clara.
Transparencia y uso adecuado de recursos: Es crucial que el Estado demuestre un uso apropiado, correcto, honesto y transparente de los ingresos obtenidos. Encuestas recientes en México revelan que 314 de 384 personas no creen que los impuestos se utilicen adecuadamente para el beneficio de la sociedad (Trujillo Jiménez et al., 2024)
Colaboración Interinstitucional y Social: El fortalecimiento de la cultura contributiva es una responsabilidad compartida. El SAT debe colaborar activamente con la Secretaría de Educación Pública (SEP), instituciones académicas y organizaciones empresariales.
Informar sobre los derechos del contribuyente: La cultura fiscal no debe centrarse en la obligación de pago, sino también en la difusión de los derechos de los contribuyentes. En este sentido, la Procuraduría de la Defensa del Contribuyente (PRODECON), es fundamental en la protección de sus derechos y garantías, por lo que resulta indispensable impulsar su permanencia y fortalecimiento.
El fortalecimiento de la cultura contributiva y el cumplimiento fiscal ofrecen múltiples beneficios para el sector empresarial y el país:
Mayor certidumbre y ahorro para las empresas: Al comprender mejor el sistema, las empresas pueden planificar eficientemente, aprovechar deducciones autorizadas, y evitar multas o sanciones.
Fortalecimiento del tejido social y la infraestructura: Una mayor recaudación derivada de esta conciencia fiscal, se traduce en más recursos para servicios públicos de calidad (seguridad, salud, educación) y desarrollo de infraestructura.
Mejora de la imagen de la Administración Tributaria: Al trabajar con contribuyentes informados, el SAT puede ofrecer mejores servicios y combatir la evasión de manera más efectiva.
Los profesionales de la Contaduría Pública, tenemos la responsabilidad de ser agentes de cambio, en ese sentido el Instituto de Contadores Públicos de Nuevo León (ICPNL) tiene una iniciativa educativa que se desarrollará del uno al cinco de septiembre en diversos planteles de Nuevo León, incluyendo primarias, secundarias, preparatorias y universidades.
Al promover una cultura fiscal sólida desde el aula, la empresa o el hogar, cada acción informada fortalece el país que queremos construir. Impulsemos el conocimiento, la transparencia y la colaboración para que el cumplimiento fiscal se convierta en un acto consciente, voluntario y profundamente ético. ¿Qué puedes hacer tú?
El autor es Vicepresidente de Actividades Fiscales del ICPNL.
Contacto: fperez@perezacosta.mx