Por al menos un siglo y medio, Nuevo León ha sido el estado símbolo del desarrollo económico con base empresarial en México, tanto en la pasada -y quizá revivida al norte del Río Bravo por Donald Trump- era de industrialización, como en la presente era de hiperconectividad e inteligencia artificial.
Este liderazgo económico privado, contrario a la actual corriente estatista en la política nacional, se refleja inevitablemente en el mundo de la política, donde Nuevo León es uno de los pocos -seis de 32- estados que no gobierna Morena, y el único en donde se han alternado cuatro opciones partidistas, PRI, PAN, Independiente y Movimiento Ciudadano.
En poco menos de dos años concluirá en Nuevo León la actual administración estatal, y con dos tercios recorrido del mandato de Samuel García, de Movimiento Ciudadano, se da el poco común caso de que cualquiera de los partidos con presencia en la entidad y hasta un segundo independiente se perciben igualmente viables para llevar a Palacio de Gobierno a su abanderada (sería la primera) o abanderado.
Esta incertidumbre política excepcional se acrecienta con la participación de un actor poderoso, el gobierno de Estados Unidos, encabezado por un Presidente que no tiene ninguna inhibición para tratar de intervenir o interferir en asuntos de otros países si percibe una posible afectación en los intereses de su país. Y este es el caso.
Además de ser un estado fronterizo con Estados Unidos, Nuevo León es una entidad con enormes conexiones e inversiones en ambos sentidos con el vecino país en negocios, política, educación, tecnología, vida familiar y una larga lista de etcéteras.
Por lo anterior, no es accidental que la entidad que habitamos haya sido la primera y una de las pocas en las que tiene un delegado la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana Federal, Omar Amador Escobar Figueroa.
El responsable de la seguridad a nivel federal. Omar García Harfuch, es el funcionario de la administración de Claudia Sheinbaum con mayor cercanía y confianza con Washington, por encima del canciller y del secretario de Economía, que tradicionalmente son los enlaces con el vecino del norte.
La Seguridad de Nuevo León, vital para los intereses al norte de nuestra frontera por las razones ya comentadas, será un factor decisivo en la definición de las futuras candidaturas a la gubernatura, y, de manera inevitable, de la posición del gobierno federal en esta contienda, en la que puede incidir de mil maneras con el poder reconcentrado con el que cuenta, a través de su presupuesto, y el apoyo por debajo de la mesa a un candidato, de su propio partido o de otro, como ha sucedido en otros estados.
Esta definición y operación del papel paraelectoral del gobierno federal en 2027 no recaerá en el liderazgo de Morena ni en la Secretaría de Gobernación, sino en García Harfuch, por lo ya comentado.
Así las cosas, no deberá sorprender a nadie que en los próximos meses se multipliquen las visitas del funcionario federal a la entidad y que, muy posiblemente de manera poco o nada visible, haya comunicación de los líderes políticos y empresariales con él para ir conformando el panorama electoral.
Las crecientemente claras divisiones al interior de Morena en Nuevo León, el perfil y la experiencia en seguridad de quien parece el más viable candidato del PRI y la posible separación en la boleta local de este partido con el PAN, que lo llevaron juntos como candidato en el 2021 serán factores pueden pesar en el fiel de la balanza.
Pero al final de cuentas, lo que más pesará, no hay espacio para dudas, es el lograr un panorama de gobierno con capacidad de gestión para seguridad personal, laboral y de negocios.
Ese es el rompecabezas que deberá armarse en 2027 aquí donde escribimos, y García Harfuch tiene en su poder piezas clave, entregadas a él por su jefa, sin objeciones de su vecino.
El autor es economista de la UANL y consultor especialista en temas financieros, comunicación y seguridad.