La liberalización económica, especialmente en el comercio, ha traído beneficios innegables a México, aunque con retos persistentes.
La liberalización económica en México durante los 80s y 90s, transformó a México de un país dependiente del sector público y petrolero para su crecimiento y desarrollo con ingresos bajos, a uno dependiente del sector privado manufacturero y de ingresos medios.
La entrada en vigor del TLCAN en 1994 impulsó un aumento estimado del 0.5-1% anual en el PIB entre 1994 y 2000, alcanzando un pico de crecimiento anual de 7% en 2000, tras la recuperación de la crisis del peso de 1995.
Este crecimiento fue impulsado por un auge en las exportaciones, integrando sectores como el automotriz y aeroespacial a las cadenas de valor de EU y Canadá.
Como resultado, se crearon millones de empleos, con mejores salarios y condiciones laborales, especialmente en regiones industriales como Nuevo León.
La liberalización comercial generó externalidades positivas, como mayor innovación y competencia, fortaleciendo sectores clave. En Monterrey, surgieron hubs tecnológicos que impulsaron industrias de alto valor agregado, incrementando los salarios en el sector manufacturero.
Para el año 2000, México se posicionó como la décima economía mundial, beneficiándose de exportaciones hacia EU y de tratados comerciales con otros países, consolidándose como un promotor del libre comercio.
Los consumidores disfrutaron de mayor variedad de bienes a precios más bajos, mientras que la privatización de empresas estatales ineficientes liberó recursos para programas sociales e infraestructura.
Sin embargo, sectores domésticos como telecomunicaciones y energía permanecieron cerrados, con altas barreras de entrada. En 2013, la agenda de reformas estructurales buscó corregir esto al abrir parcialmente estos mercados.
En telecomunicaciones, los precios de servicios celulares y de banda ancha cayeron entre 69% y 81% de 2013 a 2016, posicionando a México entre los países con costos más bajos de la OCDE y triplicando el número de usuarios.
En el sector financiero se redujeron las tasas hipotecarias promoviendo la compra de vivienda para un sector de la población. En el sector energético, la inversión privada en aguas profundas atrajo niveles récord de inversión extranjera directa.
A pesar de estos avances, el crecimiento económico no fue el esperado ya que muchos sectores económicos clave permanecieron con altas barreras de entrada y en muchas ocasiones con control del estado.
En Nuevo León, la liberalización fortaleció a Monterrey como un centro industrial, pero la desigualdad y la falta de competencia en sectores clave persisten.
En el futuro, el desafío es equilibrar la apertura económica con políticas que promuevan la inclusión y crecimiento sostenido, asegurando que los beneficios lleguen a todos los sectores de la sociedad.
La diversificación de la actividad económica, la apertura de sectores controlados por el estado a las empresas privadas, y el fortalecimiento de sectores tecnológicos, serían medidas que detonarían mayor desarrollo y crecimiento sostenido en la entidad.
El autor es director general de Soluciones Financieras GAMMA, CEO de Miri Capital LLC e investigador no residente de Baker Institute en la Universidad de Rice. Tiene un doctorado en Finanzas y maestría en Economía Financiera, ambas por la Universidad de Essex en el Reino Unido.