En diciembre de 1975, Steven Sasson, ingeniero eléctrico en el laboratorio de investigación aplicada de Kodak, presentó el prototipo de la primera cámara digital.
Lo describió como una “fotografía sin película”. La respuesta de la alta gerencia fue: “Qué curioso… pero no se lo digas a nadie”.
Posteriormente, en una revista interna dirigida a empleados —según Wikipedia—, Kodak argumentó que, aunque la tecnología digital existía, no estaba lista para reemplazar el film a nivel masivo debido a diversas limitaciones.
Señaló: “La capacidad técnica no significa necesariamente capacidad para el mercado masivo. Por diversas razones —incluyendo costos, conveniencia, calidad y tamaño—, los sistemas electrónicos no satisfacen las necesidades y expectativas del fotógrafo aficionado de imágenes fijas”.
Lo llamativo de esta decisión es que Kodak se había distinguido por sus procesos de innovación y toma de riesgos tecnológicos.
La compañía lo demostró al reorientar su negocio principal de las placas secas a la película, y del blanco y negro al color, aun cuando estas transiciones implicaban dejar atrás líneas de producto rentables a corto plazo.
Algunos años después, otra empresa sufriría una parálisis tecnológica: BlackBerry. En una época de transición, cuando los primeros teléfonos inteligentes totalmente de pantalla táctil comenzaban a emerger (2006), la compañía se negó a dar ese paso.
Durante una entrevista en el CES (Consumer Electronics Show), su CEO, John Chen, afirmó: “En el futuro, los teléfonos de la compañía tendrán principalmente teclados físicos en lugar de pantallas táctiles”. Explicó que la estrategia seguiría enfocándose en este formato, pese a la tendencia creciente hacia dispositivos táctiles.
Esta postura reflejaba la resistencia de BlackBerry a adoptar el modelo popularizado por el iPhone desde 2007. Mientras Apple y los fabricantes Android apostaban por pantallas grandes y ecosistemas de aplicaciones, BlackBerry confiaba en que su nicho corporativo seguiría valorando el teclado físico.
En ambos casos, esas decisiones marcaron el inicio del declive de dos compañías que alguna vez dominaron sus industrias. Hoy, esos barruntos de tormenta tecnológica parecen formarse en torno a Apple.
La nueva transición tecnológica que amenaza con dejar a muchas compañías en la obsolescencia se llama inteligencia artificial.
Y sí, ya sé que estamos un poco cansados de no poder pasar un solo día sin escuchar el término. (De hecho, una nota del Financial Times señaló que el primer lunes de agosto, “inteligencia artificial” apareció en titulares de todo el mundo más de 2,100 veces).
Pero más allá del cansancio —y con la esperanza de que, cuando dejemos de hablar de esto, no sea demasiado tarde—, veamos qué ocurre con Apple.
Hace unas semanas, en este mismo espacio, nos preguntamos si Apple podría ser la nueva Nokia (¿Es Apple la nueva Nokia?, junio 24, 2025).
En aquella columna, observamos que el entusiasmo generado por su presentación de “Apple Intelligence” hace un año se ha desvanecido. (Como nota al margen: hace poco acudí a una Apple Store en Estados Unidos y tomé un breve taller sobre sus “nuevas” herramientas de IA.
Salí con algo de conocimiento, pero también con una gran decepción: eran funciones básicas que muchas aplicaciones ya realizan con mayor eficacia).
El gran problema de Apple se parece al que tuvo Nokia: resultados financieros tan excepcionales que nadie consideró que pudieran acabar.
¿Por qué retomo el tema? Porque la semana pasada supimos que Facebook está ofreciendo sumas millonarias para atraer talento de Apple y OpenAI. Además, Meta y EssilorLuxottica anunciaron que sus gafas inteligentes Ray-Ban Meta han superado los dos millones de unidades vendidas desde su lanzamiento en octubre de 2023, con proyección de llegar a diez millones anuales para 2026.
También se prepara una nueva generación de gafas con mejoras en diseño, batería, inteligencia artificial y funciones como pantallas integradas en las lentes, reconocimiento facial avanzado y control por gestos mediante una pulsera neural.
A esto se suma que OpenAI adquirió io Products, empresa de hardware de IA fundada por Jony Ive, exdirector de diseño de Apple, para desarrollar un dispositivo compacto y sin pantalla que funcione como “compañero de IA”. Aunque no serían lentes inteligentes, para el proyecto han contratado talento en realidad aumentada, como lo es el caso de Caitlin Kalinowski, exlíder de gafas AR en Meta.
Estos movimientos muestran la ambición de Meta y OpenAI de llevar la IA más allá del hardware tradicional, integrándola en experiencias físicas y contextuales que redefinan la interacción cotidiana con la tecnología.
¿Cuál ha sido la respuesta de Apple, cuya última gran innovación disruptiva fue el iPad en 2010 —precedida por el iPhone en 2007 y el iPod en 2001?
En la llamada de resultados del cuarto trimestre fiscal (31 de julio de 2025), Tim Cook fue consultado sobre un posible futuro sin dispositivos con pantalla. Respondió: “Es difícil imaginar un mundo en el que el iPhone no esté presente”.
Añadió que seguirá siendo esencial para comunicación, entretenimiento, fotografía, exploración y finanzas, y que futuros dispositivos con IA serán complementarios, no sustitutos.
Algo similar pensaron Kodak y BlackBerry en el pasado… hasta que la realidad tecnológica les pasó por encima.
El autor es Doctor en Filosofía, fundador de Human Leader, Socio-Director de Think Talent, y Profesor de Cátedra del ITESM.
Contacto: rogelio.segovia@thinktalent.mx