Muchas veces nos preguntamos cuántas de estas personas que han optado por el mal camino hubieran permanecido del lado correcto si hubieran contado con un trabajo decente.
El trabajo decente es un concepto desarrollado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y se refiere a un empleo productivo y justamente remunerado, ejercido en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana.
La OIT define el trabajo decente como aquel que: “Ofrece oportunidades para que las personas obtengan un trabajo productivo y remunerado justamente, con seguridad en el lugar de trabajo y protección social para sus familias, y mejores perspectivas de desarrollo personal e integración social.” (OIT, Declaración sobre la justicia social para una globalización equitativa, 2008)
Para los centros de trabajo dar trabajo decente significa comprometerse con tener los ingresos económicos necesarios y comprometerse a tener prácticas laborales responsables y sostenibles. Implica pagar salarios justos y pagos puntuales acorde con el trabajo realizado y el costo de vida de la región, dar horarios razonables con respeto al descanso y vacaciones, implica capacitación y desarrollo permitiendo que los trabajadores crezcan profesionalmente, conciliación vida-trabajo-familia facilitando esquemas flexibles o licencias parentales.
Particularmente para las mujeres el acceso al trabajo decente es clave para su autonomía económica ya que implica ingresos propios y estables lo que fortalece su contribución económica al hogar, acceso a oportunidades de crecimiento profesional y la oportunidad de acceder a cargos de liderazgo, flexibilidad laboral y apoyo a la maternidad como licencias, guarderías y horarios adaptados.
En este sentido, el acceso a servicios como las guarderías es fundamental para lograr un entorno de trabajo verdaderamente decente.
Las guarderías permiten que madres y padres trabajadores tengan un espacio seguro y confiable donde dejar a sus hijos mientras cumplen con sus obligaciones laborales. Esto es especialmente importante para las mujeres, quienes históricamente han asumido la mayor parte de las responsabilidades de cuidado.
Sin acceso a guarderías, muchas mujeres se ven obligadas a renunciar a sus empleos, aceptar trabajos informales o de medio tiempo, o limitar sus oportunidades de desarrollo profesional.
El trabajo decente implica que las empresas, los gobiernos y la sociedad reconozcan la necesidad de servicios de cuidado infantil como parte de los derechos laborales.
Para las empresas, ofrecer acceso a guarderías o facilitar el acceso a estos servicios mejora la productividad, reduce la rotación de personal y promueve la igualdad de género. Para el Estado, apoyar redes de guarderías públicas o subsidiadas es una inversión que impulsa la participación laboral, especialmente de las mujeres, y favorece el bienestar infantil.
El Secretario General de la ONU, António Guterres, señaló en el 2010 que “cuando las mujeres tienen educación y poder, las economías son más productivas y fuertes; cuando las mujeres están plenamente representadas, las sociedades son más pacíficas y estables”.
Que existan trabajos decentes tiene un impacto en la sociedad, no solo en los trabajadores porque reduce la pobreza y la desigualdad, mejora la economía nacional porque las personas con ingresos estables consumen más, pagan impuestos y movilizan la economía. Se fortalece el mercado interno y el tejido social. Un trabajo decente contribuye al bienestar emocional y físico de las personas, lo que reduce la violencia, el estrés y los conflictos sociales. Se fortalecen las familias y se construyen comunidades más estables.
También, las sociedades con mayor acceso al trabajo decente tienden a ser más estables con menor riesgos de conflictos o protestas sociales ya que baja el resentimiento social por eso siempre se dice que el empleo es la mejor política social.
El trabajo decente forma parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU.
Una sociedad con empleos justos avanza hacia un desarrollo que respeta a las personas y hacia un mejor futuro para las nuevas generaciones porque las niñas y niños que crecen en hogares con trabajos decentes tienen más posibilidades de alimentarse bien, estudiar, contar con un sistema de salud y aspirar a un mejor futuro. Se rompe el ciclo intergeneracional de pobreza.
Por eso que nos vaya bien a todos debe ser una aspiración colectiva, promover empleos con condiciones dignas refuerza el respeto a los derechos laborales y humanos se avanza hacia una sociedad basada en la equidad, la inclusión y la solidaridad.
La autora es Doctora en Desarrollo Económico por la UPAEP Premio Mujer Tec en Conciliación.