La deuda pública suele ser un motivo de preocupación para gobiernos, mercados y organismos internacionales. Un acelerado crecimiento del gasto público puede elevar el déficit fiscal, poniendo en riesgo la estabilidad macroeconómica y el crecimiento.
Es el caso de la economía más grande de América Latina, Brasil, que estuvo en el foco de la prensa internacional hace unos meses por su elevado déficit fiscal. En menor medida, otras economías de la región, como México, Colombia y Chile, pueden verse afectadas por la posibilidad de un efecto contagio basado en las mismas fallas estructurales.
Curiosamente, son países como Japón, Grecia o Italia los que encabezan el ranking mundial del endeudamiento, con una deuda pública como porcentaje del PIB de entre 253 y 156%, superando ampliamente a las dos mayores economías latinoamericanas. Brasil se ubica en el lugar 11 (92%), mientras que México se sitúa en el 16 (64%). Pero ¿qué hace que lo que en Brasil es un problema, en Canadá –que ocupa el 9 lugar (112%) (FMI 2024), sea simplemente una estadística más?
Y eso no es todo. Si tomamos en cuenta el ranking mundial del gasto público como porcentaje de PIB, Brasil se ubica en el puesto 21 (34%), mientras que México le sigue en el 22 (28%), muy por debajo de países como Italia (50%) y Reino Unido (42%). Entonces, ¿por qué unos gobiernos puedan gastar más y otros menos? (FMI 2024)
La respuesta está en la composición de la deuda y el porcentaje emitido en moneda extranjera. Al hacer el ranking de países, según el porcentaje de deuda nacional que se encuentra en moneda extranjera, el resultado cambia sustancialmente: el primero es Argentina (70%) y en cuarto y sexto lugar tenemos a Brasil (50%) y Mèxico(44%). Colombia, Chile y Perú aparecen en los puestos 12 (27%),13 (25%) y 14 (24%), respectivamente. En cambio, un país como Italia sólo tiene el 5% de su deuda emitida en moneda extranjera, el resto se encuentra en euros (Banco mundial, 2024).
Depender de una moneda extranjera para emitir deuda nacional hace que el déficit fiscal sea muy sensible a cambios en la balanza de pagos. Colombia, por ejemplo, tiene déficits gemelos, es decir, registra un saldo negativo tanto a nivel fiscal como en su balanza comercial. El hecho que Brasil y México hayan podido mantener déficits fiscales elevados se debe a que son países superavitarios en términos de la balanza comercial.
Para Brasil el desafío radica en que exporta principalmente materias primas, cuyos precios han caído sustancialmente en la coyuntura actual. Esta situación, aunada a un déficit fiscal creciente, es la receta perfecta para una crisis financiera desatada por una posible cesación de pagos de la deuda externa.
En el caso de México, esta vulnerabilidad se vio reflejada momentáneamente en la volatilidad de mercado asociada a las políticas arancelarias de Estados Unidos. El efecto de emitir deuda en moneda extranjera hace que el costo de la deuda de los países en desarrollo sea prácticamente el doble que el de los países desarrollados, según estimaciones del FMI.
En el fondo, el problema de los países latinoamericanos es que no han logrado inspirar la confianza suficiente para emitir más deuda en moneda local que extranjera. A pesar de un desarrollo continuo de sus sistemas de pensiones, como fuente de financiamiento del déficit fiscal en moneda local, todavía queda un arduo camino por recorrer.
Sin embargo, una lección interesante para América Latina es la que plantea la Unión Europea, concretamente la zona euro. Bajo una moneda única y una política monetaria centralizada, se podría aspirar a crear una unión monetaria. Además de concentrar la inversión local, la creación de una moneda única podría atraer la inversión del resto del mundo.
Aunque los beneficios son claros, la voluntad política en todos los países de la región es nula. Esto se debe a que el gasto público en la región, más allá de su función social, se usa con fines electoralistas, haciendo que las ideas de largo plazo sean reemplazadas por logros de corto plazo para que un partido u otro pueda conservar su curul en la próxima elección.
El autor es Profesor del Departamento de Finanzas y Economía de Negocios de EGADE Business School.
Contacto: edgardo.cayon@tec.mx