Monterrey

Rogelio Segovia: Nosotros vs. Ellos

Dentro de los grandes problemas que tenemos hoy en día a nivel mundial, uno de ellos, que más que coyuntural podría ser estructural, es la polarización social y política que estamos viviendo.

Exacerbada por las redes sociales y las historias de Instagram, la —real o imaginada— desigualdad social entre las personas está creando sentimientos de envidia y enojo, pero sobre todo de frustración y resentimiento.

Hoy en día, pareciera que ya no se trata de erradicar la pobreza. De hecho, en términos estadísticos globales, la proporción de personas en pobreza extrema (definida como vivir con menos de 2.15 dólares diarios en paridad de poder de compra) es más baja que en cualquier otro momento documentado de la historia humana.

Esto no significa que los problemas de la humanidad estén resueltos, nada más alejado de ello. Seguimos teniendo profundos y dolorosos limitantes para que la gente acceda a educación, agua potable y salud. Y no estoy hablando de regiones alejadas e inhóspitas de remotos continentes. Puntualmente, en México, seguimos padeciendo estos temas.

Pero lo cierto es que cuando hoy hablamos de pobreza, más bien estamos hablando de desigualdad.

Y la desigualdad es una de las grandes asignaturas pendientes. Contrario al mito político que nos han hecho creer en los últimos años, repartir dinero de manera directa a las personas, al mismo tiempo que se les excluye del acceso a salud (puntualmente en temas de enfermedades catastróficas), educación (lacerada por el invento llamado Nueva Escuela Mexicana) o seguridad, a largo plazo solo ahonda las causas estructurales de la desigualdad y orilla a la gente a caer nuevamente en niveles de pobreza.

Políticamente, es muy rentable esto que está sucediendo. Como agitador político o social, tomo cualquier publicación de cualquier red social y empiezo a sembrar la semilla de la intolerancia porque las “otras” personas hablan, se visten o acuden a lugares diferentes a los míos. Sobre todo cuando son lugares “aspiracionales” a los cuales la situación económica de la persona no le permite acceder.

Lo preocupante es que esta es una problemática a nivel mundial. Estas diferencias con “los otros” fueron precisamente la bandera que enarbolaron los ingleses para salir de la Unión Europea (Brexit) y son los motivos que han hecho que en países como Alemania e Italia la derecha extrema se fortalezca.

Y es también lo que ha ocasionado que en Estados Unidos, bajo la bandera del llamado “MAGA”, se libre una cruenta guerra contra migrantes, más allá de su estatus legal. Tan solo durante el primer mandato del señor Donald Trump se expulsó a 66 ciudadanos —residentes legales— de aquel país, aparentemente por su “fenotipo poco caucásico”.

De hecho, hace un par de días, una columna de opinión del diario The New York Times abordó esta problemática, haciendo énfasis en cómo esta nueva política está ahondando la separación y el aislamiento de Estados Unidos del resto del mundo, y en específico del resto de los países del continente americano (Greg Grandin, “Trump Is Waging War on His Own Citizens”, 4 de julio de 2025).

Grandin repasa cómo, desde sus orígenes, Estados Unidos se apropió del término “América” como una idea exclusiva, un proyecto expansivo, incluso racializado. George Washington o John Quincy Adams veían la expansión continental como destino manifiesto. Pero hubo resistencias internas: un senador de Carolina del Sur se oponía a anexar todo México tras la invasión de 1846-48 porque temía incorporar “razas mixtas” que debilitarían la “supremacía caucásica”.

Paradójicamente, fue esa exclusión la que llevó a que los países al sur del río Bravo adoptaran el término “latino” para definirse como “América Latina”, reivindicando su propia identidad frente a un proyecto que no los quería. Es ese énfasis en el término “América” el que hoy en día se utiliza en exceso (según Grandin) para discriminar a los no ciudadanos de aquel país.

¿Por qué abordar estos temas que parecen tan lejanos de las cuestiones que suele tratar esta columna?

Porque estos mecanismos —crear identidad al trazar límites y excluir— no se quedan en la geopolítica. Es un patrón humano y social que se replica en otras esferas.

Porque corremos el riesgo de que estos patrones de comportamiento contaminen los ecosistemas laborales. Venimos de años de lucha para impulsar ambientes de igualdad, equidad e inclusión. Para tratar de eliminar el malentendido “fit cultural”, que en vez de enfocarse en competencias laborales, se utilizaba para discriminar por valores morales (y ni siquiera eran valores socioeconómicos: dónde naciste, en dónde estudiaste, qué lugares frecuentas, etc.).

Las organizaciones han dedicado ingentes sumas de dinero para tratar de incrementar la satisfacción laboral y para eliminar los silos organizacionales. Y, aun así, no solo no están logrando avanzar, sino que están retrocediendo. En términos globales, y de acuerdo con datos de Gallup 2025 (que en este espacio ya hemos abordado), el engagement de las personas disminuyó del 23 % al 21 % de un año a otro. Encima, aparece esta nueva polarización social que en EUA llaman “MAGA vs. todos los demás” y que en México conocemos como “fifís” versus “chairos”.

Por todas estas afiliaciones, filias y fobias políticas, corremos el riesgo de caer en esta vorágine de confrontación en nuestras empresas. La lógica de “nosotros” versus “ellos” se traduce en divisiones internas: áreas que no colaboran, líderes que no escuchan a sus equipos, decisiones que favorecen siempre a los mismos grupos. Se pierden así los lazos de solidaridad y el propósito compartido.

Y esto puede llevar a la destrucción de una organización.

No creamos que estos temas geopolíticos están muy alejados de llegar a nuestros equipos de trabajo. Nosotros, como líderes, deberíamos estar al menos conscientes de cómo gestionar estas nuevas realidades.

El mundo está cambiando, y decir esto no es solamente un simple recurso retórico.

El autor es Doctor en Filosofía, fundador de Human Leader, Socio-Director de Think Talent, y Profesor de Cátedra del ITESM.

Contacto: rogelio.segovia@thinktalent.mx

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