Como cada año, la temporada de lluvias en Nuevo León pone al estado en el predicamento de protegerse de las inundaciones que provocan la falta de infraestructura y planeación, y al mismo tiempo, aprovechar el recurso vital que, ocasionalmente, recibimos del cielo en el semidesierto del noreste de México.
Según el Servicio Meteorológico Nacional, el monzón mexicano provocará en Nuevo León precipitaciones de entre 50 y 75 mm entre los meses de julio y septiembre, acompañadas de rachas de viento de 40 a 60 km/h.
Ante este panorama, expertos instan a aprovechar estas lluvias para implementar sistemas de captación pluvial, una alternativa clave en un estado marcado por sequías recurrentes.
Durante 2022, Nuevo León vivió una crisis hídrica sin precedentes en 30 años. Las presas La Boca y Cerro Prieto llegaron a niveles críticos del 25 y 9.9 por ciento respectivamente, lo que obligó a cortes programados en el suministro doméstico.
En 2023, cuatro municipios enfrentaron sequía extrema y el embalse El Cuchillo operaba al 45.5 por ciento, mientras La Boca y Cerro Prieto descendían a 57.9 y 13.8 por ciento.
De acuerdo con analistas ambientales, estas condiciones extremas y el histórico “día cero” vivido en Monterrey evidencian la necesidad de sistemas alternos que gestionen eficientemente el agua, sobre todo ante eventos climáticos intensos como el monzón.
Horacio Martínez Reyes, director del IPA, advirtió recientemente que, aunque las presas están hoy casi llenas, sólo garantizan abasto por unos tres años más, por lo que sugieren apostar por proyectos preventivos de largo plazo.
Captación pluvial: estrategia de resiliencia
Especialistas consideran que captar la lluvia en techos y almacenarla puede convertirse en una solución efectiva. En zonas semiáridas como Nuevo León, se han desarrollado iniciativas exitosas.
Por ejemplo, en el ejido San Felipe, Dr. Arroyo, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), junto con CONAZA y la Secretaría de Agricultura, promueve tecnologías de captación en techos, cisternas y bordos, con una precipitación anual promedio de 250 mm.
Dentro del sector privado, Rotoplas ha lanzado sistemas modulares con filtración avanzada y potabilización según la NOM‑127‑SSA1‑2021.
Su tecnología permite reutilizar hasta el 90 por ciento del agua captada y disminuir entre 20 y 40 por ciento el consumo de agua potable. Estos sistemas están diseñados para aplicaciones domésticas, industriales y agrícolas, con monitoreo continuo, instalación llave en mano y garantías de hasta 45 años.
La experiencia nacional demuestra que un techo de 100 m² puede recolectar cerca de 100 000 litros anuales con una precipitación de 1 000 mm, volumen suficiente para usos no potables y sanitarios, siempre que se trate correctamente.