Monterrey

Rodolfo A. Rodríguez: La profesión contable ante los nuevos desafíos económicos globales

El contador del siglo XXI debe ser un profesional versátil, con formación técnica sólida, pensamiento estratégico y sensibilidad ética.

La profesión contable vive uno de sus periodos más desafiantes en décadas. En un contexto global marcado por tensiones geopolíticas, guerras comerciales, inflación persistente, relocalización industrial (nearshoring) y cambios regulatorios acelerados, el papel del contador público se transforma de forma radical.

Ya no se limita a la adecuada contabilización de hechos económicos pasados; hoy exige análisis estratégico, aplicación del criterio profesional y una visión integral del entorno económico y financiero.

Uno de los fenómenos que ha tomado mayor relevancia en los años pospandemia es la relocalización de operaciones, también conocida como nearshoring. Cada vez más empresas multinacionales están trasladando sus plantas, centros de distribución y proveedores a países más cercanos a sus mercados principales.

México, por ejemplo, ha sido uno de los grandes beneficiarios, gracias a su ubicación geográfica, tratados comerciales y costos competitivos. Sin embargo, esta oportunidad viene acompañada de retos contables importantes: ¿cómo contabilizar los activos trasladados?, ¿cómo evaluar los pasivos y compromisos fiscales en los países que se abandonan?, ¿qué implicaciones tiene el cierre parcial o total de una unidad productiva en cuanto a deterioro de activos, indemnizaciones y ajustes en los estados financieros?

La identificación y medición de activos intangibles, la actualización de registros por la relocalización de inversiones y la necesidad de estimar posibles deterioros de activos obsoletos o subutilizados obligan al contador a actuar con responsabilidad y conocimiento técnico. Aquí entra en juego el juicio profesional, que debe aplicarse para valorar cuidadosamente estos impactos, documentar los supuestos utilizados y asegurar que la información financiera refleje fielmente la situación de la empresa.

En paralelo, las fluctuaciones abruptas de los tipos de cambio, provocadas por decisiones de política monetaria o tensiones geopolíticas, afectan de forma significativa los estados financieros. Los contadores deben tener un manejo preciso de las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF) para reconocer correctamente los efectos cambiarios y valorar las posiciones en moneda extranjera. Asimismo, deben orientar a la administración sobre la contratación de instrumentos de cobertura adecuados (como forwards o swaps), garantizando su correcta contabilización bajo la normativa vigente.

A esto se suman las nuevas exigencias en materia de sostenibilidad. La contabilidad tradicional se ha enfocado históricamente en lo financiero, pero las tendencias globales están impulsando la integración de métricas ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) en los informes empresariales.

Las normas emergentes, como las emitidas por el International Sustainability Standards Board (ISSB), demandan que los contadores incorporen estos aspectos en los reportes corporativos. Esto no solo representa una ampliación de su campo de acción, sino también una oportunidad para posicionarse como actores clave en la transparencia y evaluación de riesgos no financieros.

Preparar información ESG relevante, verificable y comparable requiere criterio, ética y una comprensión profunda de los impactos a largo plazo sobre la empresa y sus grupos de interés. Para los empresarios, esto representa tanto un desafío como una gran oportunidad: acceder a financiamiento sostenible, mejorar la reputación corporativa y responder a las exigencias de inversionistas y consumidores cada vez más conscientes.

El contador moderno no puede limitarse a “cerrar libros” y cumplir con obligaciones fiscales. Necesita tener una comprensión amplia del negocio, identificar riesgos y proponer soluciones. Debe ser un asesor de confianza que traduzca los números en información útil para la toma de decisiones.

La preparación de reportes financieros exige ponderar información incierta, estimar escenarios futuros y comunicar de manera clara los supuestos utilizados. La objetividad, la integridad y la competencia profesional se convierten en valores indispensables para preservar la confianza de inversionistas, autoridades y sociedad en general.

El contador del siglo XXI debe ser un profesional versátil, con formación técnica sólida, pensamiento estratégico y sensibilidad ética. En un mundo cambiante e incierto, la contabilidad se convierte en un pilar de estabilidad, rendición de cuentas y toma de decisiones informadas. La profesión contable debe asumir este desafío con responsabilidad, porque el futuro de los negocios, y en buena medida, el de la sociedad, dependerá de la calidad de su labor.

COLUMNAS ANTERIORES

Guillermo Godínez: Comercios pequeños y más dedicados…
Arranca en Nuevo León el proyecto Alianzas Climáticas

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.