Una de las métricas más valiosas para las plataformas de redes sociales es el “user engagement”, o el grado de participación activa del usuario en la plataforma.
Esta métrica permite obtener información más precisa de los usuarios, que después se traduce en publicidad más efectiva y mayores ventas a través de la plataforma para las empresas que se anuncian ahí.
Cuando una plataforma o aplicación es gratuita, ¡seguramente el usuario es el producto!, es decir, la información de sus preferencias, aficiones, gustos, estados de ánimo, patrones de compra, necesidades y demás se procesa en un algoritmo que después le brindará publicidad más enfocada, más atractiva, con mayor probabilidad de compra.
De esta forma las empresas no tienen que gastar millones en medios más masivos (como radio o televisión) si pueden llegar al cliente más específico que necesiten. Por lo tanto, el tiempo que invertimos en la plataforma es clave para que esta tenga más información sobre nosotros.
¿Qué estrategias tienen estas plataformas para que pasemos más tiempo mirando su contenido? Uno de las más importantes es brindarnos contenido que sea afín a nuestras preferencias, ideología, orientación política, religiosa, deportiva, etc. Esto genera polarización, dado que siempre estamos viendo contenido que confirma nuestras creencias del mundo y nos aleja de otros valiosos puntos de vista simplemente porque nunca los vemos en nuestras redes sociales.
Sin embargo, el grado de radicalización del contenido que nos muestran las plataformas es fundamental para lograr este “user engagement”.
Entre más radicalizado sea el contenido, más tiempo pasamos en la plataforma, ¿por qué?, porque nos despiertan emociones más fuertes que los contenidos más moderados.
En el libro bestseller Nexus, Yuval Noah Harari sugiere que los algoritmos de las plataformas tienden a mostrar contenido más radical y polarizante… ¡que no necesariamente es cierto! Este mismo libro cita innumerables casos de influencers y otros generadores de contenido que descubrieron que al generar contenidos más escandalosos, enfocados en despertar ira o indignación, el algoritmo los recompensaba recomendando su contenido a más usuarios y, por lo tanto, producía más popularidad y más ingresos para estos influencers.
Es decir, los contenidos más escandalosos se viralizan con más facilidad, por lo que generadores de contenido recurren a publicaciones con verdades a medias, información falsa o exagerada, o lo que haga falta para que el usuario se detenga a leer o ver el contenido.
¿Cuánta de la información que vemos en nuestras plataformas es falsa o al menos imprecisa? Mucha, dado que los algoritmos no premian la información verdadera, sino la información que genera mayor “user engagement”. Por ejemplo, podríamos tener una opinión neutral o suavemente negativa sobre los migrantes que llegan a nuestra ciudad, pero las plataformas favorecerán el mostrar contenido donde se señale a este grupo como una amenaza para la ciudad o región, inclusive al punto de promover la violencia: Amnistía Internacional ha acusado en 2022 a una de las plataformas más grandes de redes sociales de promover la violencia contra la minoría Rohingya en Myanmar.
Los algoritmos no filtran entre contenido falso y verdadero, la meta es hacer dinero y la verdad pasa a segundo término. Dado que cada vez más individuos basan su opinión en contenidos de redes sociales, ¿cómo saber si mi opinión se basa en información falsa? La realidad es que casi nadie verifica que la información que está viendo en redes sociales sea verdadera y mucho menos si confirma nuestras creencias; esto se conoce como sesgo de confirmación.
Al final de cuentas pareciera que somos víctimas de la maximización de ganancias que buscan las plataformas de redes sociales y del diseño de sus algoritmos, pero ser conscientes de esto nos permitirá estar más atentos y evaluar al menos tres elementos la próxima vez que veamos un contenido: 1) la reputación del creador de contenido; 2) la veracidad de la fuente que está citando; y 3) la forma en que estructura el contenido para apelar a nuestros sentimientos o pensamiento crítico.
El autor cursó estudios de posgrado en Economía y Políticas Públicas, es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI 1) del CONAHCYT y, actualmente, es profesor-investigador en la Escuela de Negocios de la Universidad de Monterrey.