El FinCEN, la unidad estadounidense que vigila operaciones financieras, señaló a entidades bancarias con fuerte presencia en México por posibles nexos con flujos de dinero vinculados al crimen organizado.
CIBanco, Intercam y Vector niegan cualquier participación directa, pero las alarmas ya están encendidas.
No es menor que la lupa caiga sobre la banca mexicana en su conjunto.
Este sector presume estándares internacionales y controles robustos contra el lavado de dinero, pero hoy está siendo señalado por las propias autoridades de su mayor socio comercial, Estados Unidos.
El cuestionamiento sacude la confianza de inversionistas, tanto nacionales como extranjeros, y pone en entredicho la seguridad jurídica que sostiene la actividad económica mexicana.
La gravedad del señalamiento crece cuando la fiscal Pam Bondi coloca a México justamente “en el mismo nivel que Rusia, que China, que Irán, y con Corea del Norte” .
Eso está mostrándonos no solo que no está habiendo ya cooperación entre Estados Unidos y México por un lado, sino que además hace una alerta para el resto del mundo sobre el sistema financiero y bancario de México.
Y es que Sí, El paralelismo con regímenes sancionados internacionalmente es un campanazo que no puede minimizarse, y anticipa un quiebre profundo en la confianza hacia el sistema bancario mexicano.
La economía mexicana proyecta un crecimiento de casi 2.4 % anual para 2025, empujada en buena medida por el nearshoring, pero ese mismo dinamismo puede servir de canal para recursos ilícitos si no existe un blindaje suficiente.
Los controles antilavado, como bien se ha señalado por especialistas, parecen estar rebasados o, peor aún, rotos.
¿Qué tipo de supervisión necesitamos? ¿Podemos seguir confiando en que las revisiones actuales bastan?
Si bancos ya auditados vuelven a presentar operaciones sospechosas, la señal es clara: no basta cumplir la norma, hay que renovarla y exigir transparencia real.
En Nuevo León, el golpe podría sentirse con mayor crudeza.
Esta estado lidera buena parte de la inversión extranjera directa, y su banca regional —altamente conectada con la economía nacional— depende de la credibilidad y confianza global en el sistema financiero mexicano.
Cualquier señal de opacidad, controles laxos o complicidad con redes criminales podría traducirse en créditos más caros, fuga de capitales y un freno a proyectos industriales clave para Monterrey y su área metropolitana.
Nadie en San Pedro Garza García quiere verse arrastrado a la misma lista negra que Rusia, Irán o Corea del Norte.
La banca mexicana debe reaccionar ya, porque no hay margen para otro escándalo.
Laura De Rosa es internacionalista, escritora, conferencista y consultora para empresarios e inversionistas en análisis de data y gestión de riesgos geopolíticos.
También es especialista en consultoría política y gestión de gobierno así como co-titular junto a Carlos Peña del programa _Open Visión Radio Podcast_ con audiencia de empresarios e inversionistas.
Básicamente explica el mundo para quienes toman decisiones.
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