Monterrey

María Fonseca: Trascender con propósito, lecciones de responsabilidad social desde la empresa familiar

Cuando las tendencias globales de los negocios son puestas en marcha por las grandes corporaciones, las pequeñas y medianas empresas activan sus capacidades internas para hacer frente a los grandes desafíos que la velocidad de los cambios representa para cada organización.

Una de estas tendencias es el cambio de “mindset” empresarial hacia una responsabilidad más holística que no sólo se concentre en la rentabilidad, sino en el impacto social, en la innovación digital, en el cuidado al medio ambiente y en una perspectiva de largo plazo, por mencionar algunas de sus dimensiones.

En el contexto de la empresa familiar (pequeña, mediana o grande), su visión de largo plazo y deseo de trascender múltiples generaciones hacen posible que los tomadores de decisiones proyecten el impacto de sus acciones en un horizonte de tiempo realista y de forma responsable, haciendo uso pertinente de los recursos para garantizar la rentabilidad, pero no a costa del deterioro del entorno (social, medio ambiental y emocional).

En este sentido, la empresa familiar cuenta con un componente de “capital paciente” que ofrece rendimientos de mayor alcance, aunque a un mayor plazo.

En la dimensión de impacto social, ya sea por el prestigio, el compromiso con sus colaboradores o por el compromiso con la comunidad en la que opera, la empresa familiar es más proclive a generar ese impacto esperado.

Si bien hace falta mucho trabajo para reducir las brechas entre los diferentes estratos sociales, es muy importante documentar las acciones y medir su impacto para construir legitimidad, lo que implica construir un sentido de responsabilidad social de largo alcance. Fundación Coppel, por ejemplo, integra la inversión social de Grupo Coppel y la filantropía familiar, a través de una estrecha colaboración y alineación de valores para maximizar el impacto y beneficiar a un mayor número de personas en las comunidades en las que operan, al día de hoy han apoyado más de 200 iniciativas con enfoque en educación y liderazgo, desarrollo económico y social, atención a desastres y emergencias, espacios públicos y cultura, por mencionar algunas intervenciones.

En mi relación con familias empresarias en México y América Latina, he observado que el concepto de legado y patrimonio ha evolucionado, de la transmisión de capital, preservación del nombre familiar y continuidad de la empresa, a algo de mayor impacto y con propósito superior.

El para qué y no sólo el porqué, exigen una reflexión más profunda y un compromiso más contundente de cara a las nuevas generaciones de liderazgo. Las nuevas generaciones deberán diseñar modelos de negocio que incorporen la sostenibilidad de manera transversal, obligando a cambiar o incorporar nuevas métricas de desempeño. Se están abriendo, cada vez más, los espacios en los órganos de gobierno que invitan a las nuevas voces a construir políticas y procesos congruentes con los principios ESG (ambiental, social y de transparencia), los cuales deberán estar presentes en la definición de nuevas estrategias y en el diseño de nuevos modelos de negocio.

Las nuevas generaciones de accionistas familiares deberán asumir distintos roles, siempre estratégicos, para articular intereses patrimoniales, empresariales y familiares, lo cual les permitirá asumir su función con profesionalismo de cara a la continuidad generacional y la sostenibilidad empresarial.

Los retos son enormes, pero las oportunidades y sus recompensas tienden a ser magníficas:

  1. Los choques entre generaciones; ¿cómo articular la prudencia con los deseos de innovación para aprovechamiento de las oportunidades?
  2. La falta de espacios formales donde se puedan expresar las nuevas ideas sin ser vistos como rebeldes o irreverentes de lo que los antepasados han construido. La oportunidad de rediseñar las estructuras de la gobernanza familiar, para escuchar las diversas perspectivas y talentos complementarios, resulta ser algo fundamental.
  3. Muchas familias siguen transmitiendo una historia que termina en el fundador. Es necesario continuar esa historia, permitiendo que cada generación escriba nuevos capítulos de la narrativa familiar.

En un contexto global de cambio climático, disrupción tecnológica y desigualdad social y económica, las empresas familiares están llamadas a evolucionar no sólo en sus modelos de negocio, sino también en su sentido de propósito. Construir un legado con un propósito superior para trascender no es un acto puntual, sino un proceso continuo de alineación entre identidad, valores y visión.

Ello requiere de mucho valor para atreverse a marcar tendencias que rompan con la mera acumulación de riqueza, al tiempo que ratifican su compromiso con un legado que inspire a múltiples generaciones.

La doctora Fonseca es directora del Instituto de Familias Empresarias (IFEM) para México y LATAM del Tecnológico de Monterrey.

Contacto: maria.fonseca@tec.mx

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