Monterrey

Juan Carlos Bustamante: Desatando la superagencia empresarial

Claves para orquestar recursos y resultados.

El entorno empresarial está experimentando una transformación significativa, la inteligencia artificial generativa que, lejos de ser un simple gadget tecnológico, se ha convertido en el aliado que potencia la productividad y acelera la toma de decisiones.

McKinsey definió este fenómeno como “superagencia”, y tiene que ver con la capacidad de los colaboradores para abordar tareas complejas con una autonomía y rapidez sin precedentes. Para que esta oportunidad deje de ser una idea abstracta y genere impactos reales, es fundamental adoptar un enfoque sistemático y coordinado basado en la orquestación de recursos, un marco que alinea de manera deliberada herramientas, talento y datos con los objetivos de la organización.

Orquestación de recursos: estructurar, agrupar y aprovechar

Transformar la superagencia en un verdadero motor de creación de valor conlleva tres etapas interrelacionadas de orquestación de recursos.

La primera etapa, estructuración, arranca con un diagnóstico exhaustivo que comprende identificar y evaluar todas las herramientas de IA disponibles, definir los perfiles de los colaboradores y las competencias clave que deben adquirir, y vincular cada modelo y cada flujo de datos con las metas estratégicas de la organización.

Sólo tras este mapeo inicial será posible disponer de un catálogo de activos alineados con los objetivos corporativos, sentando las bases para combinar eficazmente talento y tecnología.

En la fase de agrupamiento se diseña el entramado que une habilidades humanas y capacidades de la IA de manera orgánica. Primero se definen equipos multidisciplinares en los que cada rol aporta un conocimiento específico.

A modo de ejemplo, un analista elabora prompts detallados que establecen el contexto del informe, definen el público objetivo, fijan la extensión y especifican el tono requerido. Paralelamente, un especialista en calidad de los datos verifica las fuentes de información, depura registros inconsistentes, integra datos de distintos sistemas y aplica transformaciones para garantizar relevancia y coherencia.

Finalmente, el especialista de negocio aporta indicadores clave de rendimiento y conocimientos sectoriales, como tendencias de mercado, regulaciones vigentes y casos de uso concretos que orientan la aplicación práctica del análisis. A continuación, se establecen ciclos iterativos en los que la IA genera un primer borrador o visualización de datos que luego es evaluado y enriquecido por el equipo.

Durante cada iteración el modelo incorpora las correcciones y mejora su precisión, de modo que la combinación de capacidad de procesamiento y juicio experto produce resultados que superan ampliamente lo que podría lograr cada parte por separado.

Finalmente, en la fase de aprovechamiento, estas capacidades mixtas se aplican a situaciones reales, como la personalización de la experiencia del cliente en tiempo real, la automatización en el proceso de colectar grandes volúmenes de información y la simulación de distintos escenarios de negocio.

De este modo, el retorno deja de medirse únicamente en eficiencia operativa y se valora también por la rapidez de lanzamiento de nuevos productos, la solidez de las decisiones y el nivel de satisfacción de los usuarios, convirtiendo recursos dispersos en un sistema cohesionado de innovación y ventaja competitiva.

Liderazgo y cultura para impulsar la innovación continua

Para que la orquestación de recursos impulse la superagencia, la alta dirección debe actuar como catalizador. Reúne talento, tecnología e infraestructura y define marcos de gobernanza y criterios éticos, antes de ofrecer espacios para la experimentación.

Disponer de entornos internos de prueba, donde los equipos exploren nuevos casos de uso sin temor a cometer errores, fomenta un aprendizaje acelerado y evita que la burocracia paralice la innovación. Un plan de acción claro, que incluya diagnóstico de competencias, objetivos de capacidades mixtas, indicadores centrados en el valor y programas de formación continua, garantiza que el talento avance al ritmo de la tecnología.

A su vez, una cultura que valore la curiosidad, tolere el error y recompense el aprendizaje convierte la superagencia en un motor de innovación constante, capaz de adaptarse con agilidad a las oportunidades y retos emergentes.

En definitiva, la ventaja competitiva ya no reside únicamente en adquirir o implementar inteligencia artificial sino en orquestar cada recurso de forma deliberada integrándolo con estrategia, combinándolo en procesos colaborativos y desplegándolo con pragmatismo y orientación a resultados.

Esa orquestación convierte la superagencia de un concepto abstracto en un auténtico impulsor de crecimiento, al alinear talento, tecnología y datos, lo cual no sólo mejora la eficiencia operativa, sino que multiplica nuestra capacidad de innovar, sitúa nuestra propuesta de valor por encima de la competencia y consolida nuestro posicionamiento en mercados cada vez más dinámicos.

Sólo así la superagencia deja de ser una ilusión tecnológica y se convierte en el verdadero catalizador de la evolución y diferenciación empresarial.

El autor es Profesor del Departamento de Mercadotecnia e Inteligencia de Negocios de EGADE Business School del Tecnológico de Monterrey.

Contacto: jucbustam@tec.mx

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