Monterrey

Fidel Salazar: Reconocimiento ESR, ¿Compromiso real o simulación institucional?

Acciones de triple impacto.

Cada año, cientos de empresas mexicanas celebran con orgullo la obtención del distintivo ESR (Empresa Socialmente Responsable), otorgado por el Centro Mexicano para la Filantropía (CEMEFI).

Este reconocimiento, que se ha convertido en una insignia de prestigio empresarial, busca destacar a aquellas organizaciones que integran prácticas éticas, sociales y ambientales en su operación.

Sin embargo, detrás del brillo del logotipo y las ceremonias de premiación, vale la pena preguntarse: ¿es este distintivo una garantía de responsabilidad o una estrategia de relaciones públicas?

El proceso para obtener el distintivo ESR se basa en un cuestionario de autodiagnóstico, en el que las empresas evalúan sus propias prácticas en áreas como ética empresarial, calidad de vida laboral, vinculación con la comunidad y cuidado ambiental.

Este enfoque tiene una virtud innegable: democratiza el acceso al reconocimiento, permitiendo que empresas de todos los tamaños participen y se inicien en el camino de la sostenibilidad. Además, el distintivo ha contribuido a visibilizar la importancia de la responsabilidad social en el entorno corporativo mexicano, generando una cultura empresarial más consciente.

Pero también hay sombras. El hecho de que el proceso sea autodeclarativo y que las evidencias sean revisadas por un comité sin auditorías externas obligatorias, abre la puerta a la simulación. Algunas empresas podrían usar el distintivo como una herramienta de marketing reputacional, sin que exista un cambio estructural en su modelo de negocio. En este sentido, el ESR corre el riesgo de convertirse en un sello decorativo, más que en un verdadero motor de transformación.

No obstante, sería injusto descalificarlo por completo. El distintivo ESR puede ser —y en muchos casos ha sido— un primer paso valioso hacia una gestión empresarial más ética y sostenible. La clave está en que las empresas lo asuman no como una meta, sino como un punto de partida. Y que el CEMEFI, por su parte, fortalezca los mecanismos de verificación y seguimiento, para que el reconocimiento no solo premie las buenas intenciones, sino también los resultados tangibles.

Porque en tiempos donde la sostenibilidad ya no es opcional, sino urgente, no basta con parecer responsables: hay que serlo.

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