Las tensiones entre Israel e Irán han cruzado un umbral crítico esta semana, encendiendo las alarmas geopolíticas y provocando un efecto dominó en los mercados financieros globales.
El conflicto, que ya escaló en intensidad y alcance, sacudió los cimientos de Wall Street, disparó la volatilidad y devolvió protagonismo a los activos refugio.
Los principales índices bursátiles sufrieron caídas contundentes: el Dow Jones se desplomó 1.79 %, el S&P 500 retrocedió 1.13 % y el Nasdaq cayó 1.29 %. En México, el IPC perdió 0.68 %, mientras que las bolsas asiáticas no quedaron exentas, con el Shanghai Composite cerrando con una baja del 0.75 %. La incertidumbre se propagó más rápido que cualquier dato económico: en estos contextos, el miedo se vuelve la fuerza dominante.
Como es habitual en tiempos de guerra, los inversionistas huyeron de los activos de riesgo para refugiarse en materias primas e instrumentos más seguros. El oro, el más antiguo de los refugios, alcanzó nuevos máximos en torno a los 3,440 dólares por onza, con una ganancia del 1.3 %. El petróleo también reaccionó con fuerza: el Brent subió 7 % y el WTI escaló 7.2 %, impulsados por el temor a que una guerra en Medio Oriente altere el suministro global de crudo.
El índice de volatilidad VIX, que mide la expectativa de turbulencia en el mercado, aumentó 15 %, cerrando en 20.82 puntos. Este salto no solo refleja nerviosismo: anticipa una temporada de alta inestabilidad donde las coberturas y estrategias defensivas se vuelven obligatorias para los portafolios institucionales.
En paralelo, los rendimientos de activos locales como los CETES en México —que ofrecen un 8.10 % a 28 días— se vuelven cada vez más atractivos frente a la volatilidad global. No prometen grandes ganancias, pero sí refugio en pesos con rendimiento real positivo.
El conflicto entre Israel e Irán no solo reconfigura el ajedrez político global. También altera las decisiones de inversión, revive al oro como activo estrella y nos recuerda que, en el lenguaje de los mercados, la guerra tiene voz propia.
En Nuevo León, entidad que concentra más del 11 % del total de exportaciones manufactureras de México, la incertidumbre internacional ha comenzado a reflejarse en decisiones de inversión y cobertura. Según datos de la Secretaría de Economía del estado, el sector automotriz y de autopartes que representa más del 28 % de las exportaciones estatales enfrenta riesgos ante posibles disrupciones logísticas globales.
Al mismo tiempo, el clúster energético de la región ha mostrado sensibilidad al alza del petróleo, con empresas locales beneficiándose del repunte del 7.2 % en el WTI, mientras otras ajustan sus márgenes de producción ante la volatilidad de insumos.
Empresarios regiomontanos están trasladando parte de su liquidez a instrumentos de renta fija en pesos, particularmente a CETES con tasas superiores al 8 %, y también a commodities como oro y cobre, buscando proteger su capital ante una posible contracción de la demanda internacional.
Las casas de bolsa con sede en Monterrey reportan un aumento del 12 % en operaciones de cobertura cambiaria, especialmente en empresas expuestas al tipo de cambio USD/MXN, que cerró la semana en 18.96 pesos por dólar.