Monterrey

Carlos Peña: ¿Estamos criando niños libres o esclavos del dinero?

En Nuevo León, a pesar de ser uno de los estados con mayor desarrollo industrial del país, la educación financiera a nivel primaria sigue siendo sumamente limitada.

Desde la infancia, el sistema educativo comete un error estructural: enseña a ahorrar, pero no a invertir. Se insiste en guardar dinero, como si la acumulación pasiva fuera sinónimo de seguridad. Sin embargo, el verdadero poder financiero está en el flujo del capital. Esta omisión no es ingenua: responde a una estructura que entrena para la obediencia económica, no para la libertad.

En la primaria, se premia al niño que mete monedas en una alcancía, pero no se le enseña qué es el interés compuesto. Nadie le explica que, con una inversión conservadora del 6% anual, su dinero podría duplicarse en 12 años. El ahorro, sin inteligencia financiera, refuerza una mentalidad de escasez: “guarda por si acaso” sustituye a “invierte para crecer”.

El impacto de esta narrativa va más allá de la economía: modela emociones. Miedo a perder, culpa por gastar, aversión al riesgo. En lugar de formar ciudadanos libres, se forman empleados resignados.

Según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF, 2021), solo el 14% de los mexicanos invierte en instrumentos formales. ¿Resultado? Una población atrapada entre el salario fijo y el crédito al consumo.

Desprogramar estas creencias requiere una nueva educación financiera que integre inteligencia emocional. Enseñar desde niños que una pérdida no es un fracaso, sino aprendizaje. Mostrar que el dinero no es sucio, sino una herramienta. Invertir debe dejar de ser un acto de élite y convertirse en práctica cotidiana.

Hay conceptos clave que los niños deberían aprender antes de los 12 años: diferencia entre activos y pasivos, cómo generar flujos de ingresos, la importancia del emprendimiento y la aceptación del fracaso. El riesgo calculado no es peligroso, es libertad en potencia.

En Nuevo León, a pesar de ser uno de los estados con mayor desarrollo industrial del país, la educación financiera a nivel primaria sigue siendo sumamente limitada. Solo el 10% de los maestros introduce a sus alumnos al concepto del ahorro, mientras que apenas un 3% aborda el significado de la inversión o explica qué implica vivir del rendimiento del dinero.

Más preocupante aún, únicamente el 1% de los docentes enseña sobre los alcances del interés compuesto, una de las herramientas más poderosas para la creación de patrimonio a largo plazo. Esta falta de formación temprana limita las oportunidades de las nuevas generaciones para tomar decisiones financieras informadas y sostenibles.

No se trata de formar niños ricos, sino niños libres. Libres del miedo, del tabú del dinero, del guion único de “estudia, trabaja, jubílate”. Un niño que entiende el poder del interés compuesto tendrá una ventaja estructural sobre quien nunca lo vio como una opción. El futuro pertenece a quienes entienden que el dinero no es fin, sino flujo. ¿Estamos listos para enseñar eso en casa y en el aula?

Carlos Peña

Carlos Peña

Maestría en Administración Financiera, Director General de OPEN, Asesor Financiero, Coach PNL y conferencista.

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