A nadie le gusta afrontar su propia muerte. Es justamente por esto que hacer un testamento resulta tan complicado. No obstante, para las familias empresarias que tienen en su seno a un ser querido con capacidades y necesidades especiales—desde un niño con discapacidad física o cognitiva, hasta un adulto con una enfermedad degenerativa (i.e. Alzheimer)—planificar a largo plazo es esencial.
Preguntas complejas sobran: ¿Qué pasará con mi hijo cuando mi cónyuge y yo envejezcamos o faltemos? ¿Estarán dispuestos sus hermanos a hacerse cargo de él?... ¿Qué atenciones requerirá mi esposa dada su enfermedad? ¿Cómo costearé su atención médica el día que me jubile? Y si yo también enfermo, ¿quién se hará cargo de decidir hasta dónde llegará su soporte vital?... ¿Qué papel jugará el negocio familiar en todo esto?
Y es que, al final, no hablamos solamente de dinero. Se trata de: 1) darle a nuestro ser querido independencia, estabilidad financiera y calidad de vida; 2) tener la tranquilidad de que lo que definamos se cumplirá; 3) ser “justos” con el resto de la familia (no atarlos a responsabilidades que pudieran no querer cumplir) y 4) proteger el patrimonio (negocio familiar) que tanto esfuerzo nos ha costado construir.
¿Cómo hacerlo? Aquí te comparto 5 recomendaciones:
1.- No Procrastines.
Reconoce que tú eres el activo más preciado con el que cuenta, hoy, tu ser querido. Y que de ti depende su porvenir, el de tu familia y negocio. El futuro es incierto y nadie sabe si mañana podrás (o no) realizar este tipo de acuerdos. Así que, por más difícil que te resulte, no lo postergues.
Tip: Comienza la planificación familiar-empresarial-patrimonial lo más pronto posible.
2.- Visualiza y Reflexiona.
¿Qué tipo de vida imaginas para tu ser querido el día que no estés? ¿Cómo le puedes ayudar a que viva tan independientemente como le sea posible? ¿Qué atenciones requerirá? ¿Qué sueños te gustaría que cumpliera?
Tip: Realiza un presupuesto. Considera todas las necesidades a corto y largo plazo—atención médica y física, educación, terapia, gastos diarios, transporte, medicamentos, enfermeras, gusto personales, etc.
3.- Desarrolla un Protocolo Familiar (Acuerdos Familiares).
Lleva a cabo, de la mano de un asesor experto, un Protocolo Familiar que aborde las necesidades de tu ser querido, de tu familia y empresa. El asesor familiar no solo habrá de comprender las necesidades del miembro con discapacidad, si no también, apoyarlos a evaluar cómo asegurar el bienestar financiero y emocional de los demás miembros de la familia. Todo ello, sin descuidar la buena gestión y operación del negocio.
El Protocolo Familiar deberá incluir temas relacionados con: ¿Cómo se solventarán los gastos del ser querido (presupuesto estimado)? ¿Quién administrará sus finanzas? ¿Existe o debería existir, dependiendo del tipo de discapacidad, un lugar para él o ella en la empresa? ¿Quién ejercerá, de requerirse, la tutela designada?
Tip: Analizar conjuntamente los desafíos que hay por delante fortalecerá la comprensión, empatía, inclusión y solidaridad en la familia empresaria. Además, ayudará a entender qué rol jugará (o no) el propio negocio familiar en este proyecto.
4.- Construye un Plan Patrimonial alineado a los Acuerdos Familiares.
¿Qué tipo de herramientas se utilizarán para “aterrizar” legalmente los acuerdos familiares? Para desarrollarlas es crucial apoyarse en un equipo de profesionales expertos que tengan un enfoque personalizado, integral, multidisciplinario y ético (grupo compuesto por: asesor familiar, abogado, fiscalista, médicos de confianza). Y es que a veces, un solo profesional puede, sin querer, pasar por alto temas importantes, poniendo en peligro la estabilidad financiera y la calidad de vida a largo plazo del ser querido.
Tip: La buena voluntad no es suficiente. Se requieren también documentos legales—e.g. testamento, poder notarial, directiva médica anticipada, fideicomiso.
5.- Recuerda que Igualdad No es Justicia.
Cuando hablamos de la herencia, igualdad no es justicia. Para tomar buenas decisiones hay que comprender la realidad y las circunstancias de cada persona. Y, aunque en muchas ocasiones se logra un “balance” —equilibrio entre los diferentes miembros de la familia; la realidad es que, al final, decidir cómo y qué se reparte es una prerrogativa del (de los) dueño(s) del patrimonio. La herencia es un regalo, no una obligación, y ésta no está ligada a lo mucho o poco que se quiere a una persona.
En breve: Si bien la planificación familiar-patrimonial para las familias empresarias que tienen en su seno a un ser querido con necesidades especiales es muy emotiva y estresante, he comprobado, a lo largo de los años, que este ejercicio vale la pena y es fundamental para proteger al ser querido, a la familia, y a la empresa. ¿Así o más claro?
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