De acuerdo al Banco Mundial, América Latina está atravesando por la crisis educativa más grande de su historia. Desde el inicio de la pandemia del COVID-19, estudiantes de todos los países latinoamericanos han abandonado la escuela. Se calcula que la deserción escolar en la región latinoamericana pudiese llegar a 15%. Las causas se asocian a factores económicos, a los cierres de las escuelas y a la brecha digital que existe en la mayoría de los países de la América Latina.
La falta de infraestructura adecuada (acceso a agua potable, tamaño de aula inadecuado para guardar la sana distancia, entre otros) no ha permitido un retorno seguro a las aulas en muchas naciones. La brecha digital ha hecho difícil que la educación en línea o a distancia, a nivel público e incluso privado, pueda ser un sustituto atractivo de la educación presencial a nivel de primaria o secundaria. Estos elementos han contribuido al abandono de la población en edad escolar a sus estudios. La deserción estudiantil significa para un país una menor población escolarizada y una probable disminución en el promedio de años de estudio alcanzado por sus habitantes.
Los Nobel de Economía Paul Romer y Gary Becker, establecen respectivamente que mayor educación implica mayor crecimiento económico de un país e incremento en los ingresos de sus habitantes.
A través de técnicas estadísticas, Romer junto con los economistas Mankiw y Weil, lograron probar que, a mayor porcentaje de la población con educación secundaria finalizada, mayor el crecimiento de un país. Por su parte, Becker estableció la relación entre educación e ingresos, determinando que mientras más años de estudios tenga una persona, mayores serán sus ingresos.
Esto se traduciría en mayor calidad de vida y movilidad social, representando en algún momento una menor desigualdad económica. Por su parte, Porter identificó que, a mayor educación, mayor competitividad de una región, país, estado o ciudad. En el caso de la competitividad, no solo la escolarización es importante, sino también las habilidades que logran desarrollar las personas escolarizadas.
A mayor y más actualizadas las habilidades de la fuerza laboral, se espera mayor capacidad de generar valor agregado y por ende mayor capacidad de competir a nivel global.
De lo anterior se desprende que los temas relacionados con la deserción escolar, los años de escolaridad y las habilidades son clave para entender la dinámica económica y social de un país Una menor población escolarizada podría afectar no solo el crecimiento económico de la región sino también su competitividad. Aún peor, la crisis educativa, podría aumentar la desigualdad económica ya existente, causante en muchos países, de inestabilidad política, social y económica.
Quizás es muy pronto para cuantificar los efectos de los problemas educativos en el crecimiento económico y la desigualdad en América Latina; sin embargo, en términos de competitividad, ciertos indicadores nos dicen que un problema ya existente, se viene agravando en la región.
Por ejemplo, Chile y México, los únicos países latinoamericanos posicionados entre los 50 países más competitivos del mundo en el 2019 en el ranking del Foro Económico Mundial, ya mostraban problemas en sus indicadores de competitividad en habilidades educativas, ocupando los puestos 47 y 89 respectivamente en términos de habilidades y escolarización.
El reporte del 2020 del mismo organismo muestra, que, en lo referido al cambio porcentual del conjunto de habilidades de sus graduados, de tres países latinoamericanos estudiados (Argentina, Brasil y México), solamente Argentina muestra un cambio positivo en este indicador entre el 2016 y el 2020.
Brasil y México muestran cambios porcentuales negativos entre un uno y un cuatro por ciento en el conjunto de habilidades de sus graduados a todos los niveles.
Con respecto a los otros países de la región, dado los problemas en la recolección de los datos debido al COVID-19 o por la escasa capacidad estadística, es difícil establecer indicadores claros de habilidades, este sería el caso, por ejemplo, de Venezuela. El panorama para América Latina en térmi
nos de educación es definitivamente de preocupar. Es necesario buscar fórmulas que permitan reiniciar la educación de forma segura, hay que planificar e invertir en infraestructura física y/o digital de tal manera que la actual crisis educativa no tenga efectos prolongados en lo económico y lo social.
La autora es Doctora en Economía por la Claremont Graduate University, en Claremont, California, y actualmente es académica de la Escuela de Negocios de la Universidad de Monterrey.