El hackeo por 1,500 millones de dólares en criptomonedas a la plataforma de intercambio Bybit, atribuido al grupo norcoreano Lazarus Group, ha provocado que en lo que va del año se hayan sustraído más fondos de plataformas digitales que en todo 2024.
En total, se han robado 2,170 millones de dólares de servicios criptográficos y billeteras individuales hasta junio, según la firma de inteligencia blockchain Chainalysis.
Si bien el ataque a Bybit en febrero fue el mayor exploit de criptomonedas jamás registrado, los ataques a billeteras personales representan ahora una parte cada vez mayor del total de robos en el ecosistema. Las ofensivas dirigidas a usuarios individuales han supuesto cerca del 23 por ciento de toda la actividad de robo de fondos en lo que va del año.
“Sería justo decir que estos ataques tienen un alto grado de sofisticación técnica”, afirma Eric Jardine, responsable de investigación de ciberdelitos de Chainalysis. “Se puede engañar a la gente mediante ataques de phishing para que revelen sus claves privadas, pero no es lo mismo que exponerlas de otra manera”.

Coinbase Global ha estimado que el ataque de mayo a su plataforma podría costarle a la empresa hasta 400 millones de dólares en esfuerzos de reparación y reembolsos a los clientes.
Más allá de los ciberataques, los delincuentes recurren cada vez más a la violencia física y a la coacción para acceder a los fondos. Por ello, los titulares de activos digitales están contratando guardaespaldas para garantizar su seguridad.
Las amenazas físicas generan mayor preocupación entre los inversionistas en criptomonedas porque, a diferencia de las instituciones financieras tradicionales, las transferencias anónimas e instantáneas en redes cripto permiten drenar fondos con pocas posibilidades de recuperación para las víctimas.
“Obviamente, si se obtiene el control de una clave privada, se acaba todo”, afirma Jardine. “Y cuantas más capas de seguridad implementen los servicios de criptomonedas, ya sea en el ámbito de las finanzas descentralizadas o en un ecosistema centralizado, más sofisticados tendrán que ser los delincuentes”.