La historia de Cooperativa Pascual no siempre ha sido ‘dulce’. La empresa de 85 años que produce los jugos Boing y el refresco Lulú ha pasado por huelgas, violencia y hasta un pleito legal con Disney.
Dicha trayectoria es reconocida incluso por la presidenta Claudia Sheinbaum, quien en su Mañanera del Pueblo del 7 de noviembre comentó: “Queremos mucho a la cooperativa. Es una historia de lucha extraordinaria y de salir adelante”.

La presidenta destacó que el gobierno entablará diálogo con la Cooperativa Pascual para revisar el aumento al IEPS en bebidas azucaradas: “Lo importante es que no tenga tanto contenido de azúcar las bebidas, que hace mucho daño”. Así que la Secretaría de Salud y la Secretaría de Hacienda “tienen que entrar en contacto con ellos para poder apoyarles”.
La historia de Pato Pascual, el refresco que enfrentó a Disney
Mucho antes del debate fiscal actual, Pascual ya había sobrevivido a varias batallas. La empresa fue fundada por Rafael Víctor Jiménez Zamudio a finales de los 30 e inicios de los 40. Inició con la producción de paletas, agua embotellada y refrescos, pero sería en las décadas siguientes cuando se consolidaría con marcas como Boing, Pato Pascual, Lulú y Mexicola.

El momento decisivo ocurrió en 1982. Ante la negativa del dueño a acatar el decreto presidencial de aumento salarial, los trabajadores comenzaron una huelga el 18 de mayo.
El conflicto escaló cuando el 31 de mayo el dueño ordenó disparar contra los empleados en la planta Sur, lo que provocó dos muertes y varios heridos. La intervención de líderes como Demetrio Vallejo y la persistencia de los trabajadores condujeron a un triunfo laboral histórico.
En 1984, se acordó que los bienes de Refrescos Pascual S.A. pasarían a manos de los trabajadores, quienes operarían como Sociedad Cooperativa. Un año después, el “Proyecto Aguascalientes” marcó el renacimiento formal de la empresa.

El origen del Pato Pascual y la disputa con Disney
Si algo define a Pascual en el imaginario popular es el Pato Pascual, un personaje que durante décadas acompañó sus botellas. Pero ese pato tenía un antecedente incómodo: los derechos de Disney sobre el Pato Donald.
De acuerdo con una investigación de la historiadora María del Pilar Zazueta, Rafael Jiménez, fundador de la empresa, usó la imagen de Donald desde los años 40, como una forma de aprovechar a su favor la presencia de marcas estadounidenses en México, quería “nacionalizar” al famoso pato gringo.
“Jiménez adoptó para su marca una imagen del Pato Donald, rebautizada en los periódicos mexicanos como Pato Pascual. A los dos meses de que el empresario estableciera nuevas sociedades y expandiera la firma, los representantes de Walt Disney en México iniciaron una demanda en su contra”, detalla Zazueta.
El dueño de la refresquera respondió al gigante del ratón que la caricatura estaba en los periódicos mexicanos desde 1936 y que, al no registrarse dentro del plazo legal de tres años, la imagen era de dominio público.

Jiménez registró al Pato Pascual en 1939, mientras que Disney lo hizo con el Pato Donald hasta la década de 1940. A su parecer, “una figura tan familiar, adoptada por los mexicanos sin referencia a una nacionalidad, no podía ser usurpada por una persona”. El fallo favoreció al empresario mexicano.
De acuerdo con su sitio web, en la década de los 50, cuando las fábricas estaban en la colonia Tránsito de la Ciudad de México, Pascual se promocionaba con el lema “Fruta en tu refresco” y lanzó el refresco Lulú, “representado por una coqueta e inocente muñeca que dejó huella en toda una generación”. Era similar a Betty Boop, otra caricatura estadounidense.
Pilar Zazueta agrega que cuando bebidas extranjeras dominaban el mercado desde los años 60 y 70, Pascual se posicionó como una alternativa nacional, defendiendo su origen campesino, sus jugos y su producción con frutas mexicanas. La publicidad subrayaba que sus jarabes se fabricaban en México y que su consumo beneficiaba al campo.

¿Qué pasó con el Pato Pascual?
La presión regresó décadas después. La Jornada documentó en 2007 que la cooperativa enfrentó nuevas objeciones de Disney, la empresa consideraba que la figura seguía pareciéndose demasiado a Donald.
Para evitar una batalla más profunda, Pascual optó por renovar su imagen y lanzar un pato con estética urbana: el traje de marinerito se cambió por gorra hacia atrás, plumas alzadas y actitud de rapero.
La cooperativa retiró al pato original de sus envases y uniformes, pero para entonces, el personaje ya había quedado grabado en generaciones de consumidores como parte del ADN de Pascual.

“No hay un fallo ni pa’ allá ni pa’ acá’. Nosotros quisimos sacar otra cara, actualizando lo que ahora tiene muchísimos años. El nuevo es parecido, salvo que es más joven. Había que actualizar la marca, era tiempo”, dijo Alfonso Sánchez, miembro de la directiva de la compañía (citado por La Jornada).
Para 2020, Pato Pascual se esfumó de los envases con la reforma a la NOM-051, la cual hizo que los personajes animados desaparecieran de alimentos y bebidas altas en azúcares, como los refrescos.







