¡No te dejes engañar! Antes de ir al supermercado, revisa el estudio de calidad de la Profeco sobre el jamón. La Procuraduría Federal del Consumidor encontró que hay marcas que se hacen pasar por este producto, pero en realidad son embutidos.
El jamón es un alimento versátil. Se utiliza para cocinarlo con huevo y otras proteínas; así como para hacer sándwiches, tortas, sincronizadas y en otras presentaciones.
Sin embargo, hay productos ‘engañosos’ que se venden como jamón, pero en realidad no lo son.
La Profeco revisó más de 40 marcas y en al menos 13 de ellas detectó las siguientes irregularidades:
- No son veraces en su contenido neto.
- No cumplen con la declaración nutrimental.
- Contienen más sodio del que declaran.
¿Qué ingredientes contiene el jamón?
¿De qué parte del cerdo o pavo se hace el jamón? De acuerdo con la Norma Oficial Mexicana (NOM), la denominación comercial del jamón es la siguiente:
- Jamón o jamón de pierna: Se hace exclusivamente con la carne de la pierna trasera del cerdo.
- Jamón de pavo: Se elabora solo con la carne del muslo de pavo.
- Jamón de cerdo y pavo: Se elabora con al menos 55 por ciento de carne de cerdo.
- Jamón de pavo y cerdo: Se hace con el 55 por ciento de la carne de pavo y el resto es cerdo.
Los ingredientes principales del jamón son pavo y cerdo; sin embargo, no son los únicos que contiene. También es común encontrar los siguientes:
- Aditivos alimentarios como conservantes, fosfantes y nitritos.
- Agua.
- Soya, pero no más del 2 por ciento.
- Sal común y azúcar. (En etiquetas se indica con la cantidad de sodio)
- Fécula o almidón, pero no debe tener más de 10 por ciento.
En cambio, hay otros productos que se colocan en los supermercados junto al jamón, pero en realidad no lo son. Se trata de los embutidos que tienen un aporte nutricional menor.

Además, no hay ninguna normativa que les otorgue una denominación o los regule. Se llaman embutidos porque contienen carne de pollo, pavo, carne de cerdo o pastas cárnicas.
¿Cómo está compuesto el jamón y cuáles son los embutidos?
Los embutidos tienen alto contenido de soya y la fécula es inferior o superior al 10 por ciento. Estos factores ocasionan que su aporte nutricional sea menor que el del jamón.
Al no estar regulados, no se sabe cuál es el nivel de sodio o sales que contienen y el consumo excesivo de este ingrediente ocasiona padecimientos a largo plazo como presión alta y enfermedades cardiovasculares, por el alto contenido de grasas, sodio y otros aditivos.
Una de las características para identificar los embutidos es que se ven demasiado lisos o brillosos, mientras que la textura del jamón es más firme y fibrosa.
Otra de las formas de identificarlo es al revisar las etiquetas donde debe incluirse la palabra “jamón” y no “producto cárnico”, “cocido de cerdo” o “embutido”.
Antes de comprar cualquier producto, revisa siempre las etiquetas para saber qué es lo que consumes.
Otras de las recomendaciones que da Profeco son:
- Elige el producto que quieras, solo toma en cuenta que encontrarás marcas que pueden parecer jamón, pero no lo son y además no tienen las mismas aportaciones de nutrición.
- Verifica el etiquetado frontal. Uno de los tips de Profeco es que entre más sellos y leyendas tiene un producto, menos recomendable es.
- Además de revisar las etiquetas, verifica la fecha de caducidad y consulta los ingredientes.
- El jamón y productos similares deben ser los últimos en entrar al carrito y los primeros en meterse al refrigerador.
- Compra el jamón en establecimientos fijos para elegir entre distintas marcas.
- Modera su consumo debido a que si tienen grandes cantidades de sodio, serían dañinos para la salud. Si tienes dudas de cuántas veces a la semana comer estos productos, lo mejor es consultar a tu médico o nutriólogo.