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La firma Consultores Internacionales S.C. aseguró que imponer nuevos gravámenes a las bebidas alcohólicas no tendrá efectos benéficos en la salud de los consumidores y al contrario, incrementará la piratería y el comercio ilegal de ese producto con efectos negativos para la industria nacional.
Por ello, recomendó impulsar un eficiente equilibrio entre la carga impositiva a las bebidas alcohólicas y los programas de salud pública para la población, ya que a pesar del incremento de impuestos, el consumo de estos productos va en aumento.
En su documento semanal, recordó que en 2012 se esperaba recaudar por este concepto más de 29,000 millones de pesos y se ingresaron 31,220 millones, y para 2013 se prevé el ingreso de 33,143 millones de pesos, producto de la decisión de mantener las tasas de 26.5 y 53%, según la graduación alcohólica de la bebida.
Señaló que la justificación para que el gobierno incremente los impuestos es la intención de forzar la reducción del consumo, ya que se consideran adictivos y dañinos para la salud, tanto del consumidor directo como el indirecto.
Además de ser una de las causas de accidentes fatales, lesiones a terceros y desintegración familiar, lo cual se basa en estudios serios que se han realizado en distintos países y que encuentran que subir los gravámenes al alcohol reduce las muertes relacionadas con el consumo, los accidentes de tránsito y la violencia.
Este resultado es importante si se considera que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo excesivo de bebidas alcohólicas causa 2.5 millones de muertes cada año y unos 320,000 jóvenes de entre 15 y 29 años de edad mueren por causas relacionadas con el consumo de alcohol, lo que representa 9.0% por ciento de las defunciones en ese grupo.
En México, según las autoridades de salud, se registran al año unas 40,000 muertes directamente relacionadas con el consumo de alcohol y la propia OMS recomienda entre otras acciones incrementar los gravámenes y precios de las bebidas alcohólicas para reducir su consumo.
Lamentablemente, agregó, en el país esta iniciativa no ha resultado exitosa, ya que los niveles de consumo, sobre todo en jóvenes, se han incrementado.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Adicciones de 2011, en la población adolescente el consumo de alcohol aumentó de manera significativa.
La prevalencia de consumo alguna vez de alcohol pasó de 35.6 a 42.9% entre 2002 y 2011; la de consumo en los últimos 12 meses de 25.7 a 30% y en el último mes de 7.1 a 14.5 %.
Esta tendencia se observó tanto en hombres como en mujeres, especialmente en el consumo en el último mes, ya que en el caso de ellos pasó de 11.5 a 17.4% y de ellas de 2.7 a 11.6%.
En su opinión, la razón de estos resultados es básicamente la baja efectividad de los programas de atención a la juventud que buscan reducir el consumo, ya sea por no contener una metodología adecuada o no contar con los recursos necesarios.
Con ello se demuestra que el incremento en los gravámenes al alcohol, lejos de motivar una reducción en el consumo, ha generado un creciente mercado informal representado por el contrabando, la producción y el comercio clandestino.
Muestra de ello es la propia conducta de los consumidores que de conformidad con la Encuesta Nacional de Ingreso-Gasto de los Hogares (ENIGH) de 2010, un 3.1% del consumo se realiza en mercados rodantes, con vendedores ambulantes y con particulares.
Lo anterior sin contar la conducta de compra-venta de las empresas distribuidoras y de los bares y cantinas, que ante los altos precios también están incentivados a recurrir al mercado informal.
Lo anterior, sin duda ha dañado a la industria nacional y tendrá su impacto en la recaudación fiscal, expone.
"La excesiva carga impositiva no sólo ha provocado que se genere un lucrativo mercado negro de bebidas, también se ha incidido en la adulteración, con etanol y otras sustancias, que exacerban los daños a la salud por el propio abuso en el consumo y se presenta un fenómeno que en medicina se conoce como iatrogenia: el tratamiento daña más que la enfermedad misma", señaló.
Por ello, consideró que la solución podría estar en un equilibrio entre una carga impositiva adecuada, que desincentive el consumo, "sin alentar el mercado negro" y un eficiente programa de salud pública dirigido a combatir las adicciones, sobre todo entre jóvenes.
Se debe tener en cuenta que en los países donde la política tributaria sobre el alcohol ha sido exitosa, gran parte de los ingresos provenientes de los impuestos a la venta de alcohol se destinan a programas de prevención, control y atención a la salud, lo que no sucede en México, al menos no en los niveles que se requiere.
Así, añadió, es necesario entonces instrumentar una política pública integral, que vaya más allá de sólo gravar excesivamente la producción y venta de bebidas alcohólicas.