Julieta Norma Fierro Gossman, científica del cosmos y el espacio, la física, así como astrónoma, murió a los 77 años este viernes 19 de septiembre, confirmó la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Para la UNAM, Julieta Fierro, con su dedicación, “acercó la ciencia a varias generaciones, dejando un legado que trasciende las fronteras y el tiempo”.
Fierro Gossman se describía como astrónoma y aseguraba que uno de sus mayores placeres era “saber qué hay más allá de la Tierra, el Universo y sus estrellas, los planetas y galaxias”.
Desde niña, Julieta Fierro soñaba con ser trapecista y matemática, además, se preguntaba si sería mamá de 12 niños, pero finalmente decidió estudiar Física, ¿por qué?
“Mi hermana mayor- nuestra mamá se había muerto cuando ella tenía 15 años y yo 13- me sugirió que en lugar de estudiar matemáticas mejor estudiara algo más práctico: Física”, narró.
¿Quién es Julieta Fierro, científica y astrónoma de la UNAM?
Julieta Norma Fierro nació el 24 de febrero de 1948 en la Ciudad de México. Estudió física en la Facultad de Ciencias de la UNAM, donde se graduó en 1974, y continuó su formación con una maestría en astrofísica.
A lo largo de su carrera, se convirtió en investigadora titular del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y ocupó posiciones destacadas, como la dirección de divulgación de la ciencia en la misma institución de marzo de 2000 a enero de 2004.
Su trabajo se centró en el estudio de la materia interestelar y el sistema solar, pero fue su labor como divulgadora científica la que la catapultó a la fama.
A lo largo de su carrera, Julieta Fierro publicó más de 40 libros, los cuales buena parte están enfocados en la divulgación de la ciencia.
Entre sus obras más importantes destacan: La astronomía de México (2001), Cartas Astrales: un romance científico del tercer tipo (2006), La familia del sol (1990), entre otros.
Por si fuera poco, a lo largo de su carrera, Julieta Fierro fue reconocida con numerosos premios y distinciones. Entre ellos, destacan tres doctorados honoris causa y el Premio Kalinga de la UNESCO, otorgado en 1995 por su contribución a la popularización de la ciencia.
Además, en 2004, ocupó la silla XXV de la Academia Mexicana de la Lengua, convirtiéndose en una de las pocas mujeres en lograr este honor.
A través de conferencias, talleres y programas de televisión, logró acercar la ciencia a un público amplio. Su estilo, que combinaba humor y claridad, hizo que conceptos complejos fueran accesibles para todos.
También participó activamente en la creación de museos y exposiciones, como el museo Universum en la UNAM, donde su labor ha inspirado a miles de jóvenes a interesarse por la ciencia.