Hugo Aguilar, ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), anunció un plan de austeridad en el Poder Judicial, que busca ahorrar 800 millones de pesos al año, y que incluye recortar el ingreso y prestaciones a ministros, en funciones y en retiro, y personal judicial.
De hecho, dijo que en breve se resolverán cientos de amparos que personal del Poder Judicial promovió, para evitar ajustarse a la Constitución, que establece que ningún servidor público debe ganar más que la presidenta.
Ministros se quedan sin seguridad privada
“Impulsaremos la eliminación de los excesos administrativos y gastos superfluos”, agregó y adelantó que los nuevos ministros ya no tendrán seguridad privada, sino que se atenderán en el ISSSTE, como todo burócrata.
“La austeridad no implica recortar la calidad de la justicia ni condenar a los tribunales a la precariedad, austeridad significa erradicar el dispendio, los privilegios indebidos y el nepotismo”, apuntó en la sesión solemne con la que iniciaron los trabajos de la nueva SCJN, emanada de la elección judicial.
A la sesión acudieron, la Presidenta Claudia Sheinbaum; los presidentes de las mesas directivas de la Cámara de Diputados, Sergio Gutiérrez Luna y del Senado, Laura Itzel Castillo; secretarios de Estado, gobernadores e invitados especiales.
¿Cuál fue el mensaje de Hugo Aguilar?
Ante ellos, el ministro presidente, Aguilar Ortiz, envió un mensaje a los inversionistas. “Tengan la seguridad de que la Corte les garantizará certeza jurídica plena”, dijo.
Además, ofreció diálogo entre Poderes, pero con respeto a la autonomía e independencia. Calificó de histórica la sesión, pues significa -bajo el mandato popular y la plena vigencia de la democracia-, la refundación de la SCJN y del Poder Judicial, quienes, agregó, cuentan ya con una “legitimidad inédita”.
Destacó que como hace 210 años, esta refundación del Poder Judicial deriva del hartazgo ante un sistema de justicia desigual, excluyente, arbitrario, de abusos y al servicio de los sectores privilegiados.
“El mismo hartazgo ha llevado a la refundación que hoy estamos viviendo en el que ponemos los cimientos del cambio total y, desde luego, la puerta a una justicia real y verdadera”, dijo el ministro en un discurso de 32 minutos.
Destacó que, como antes, los juzgadores construyeron una clase social, reclamaban honores y prebendas, tenían canonjías y privilegios económicos y al no poder autorregularse ni sanearse, fue necesaria la Reforma Judicial que aspira a un cambio profundo, real y verdadero, y el deseo de poner fin a las injusticias.
Se dijo dispuesto a recibir las propuestas de la academia y de la sociedad civil, y abrirse al escrutinio de los medios de comunicación y de la ciudadanía organizada. A todos los convocó a trabajar por México.
Ofreció también a todos y todos los que con su voto mandaron su cargo; a quienes no lo hicieron, pero están ávidos de justicia; y a quienes buscan certeza jurídica, que habrá tribunales que protejan al débil de los abusos que comete el fuerte.
Estimó que hoy inicia una nueva etapa en la justicia mexicana que pasará de las puertas cerradas, elitista, lenta y excluyente, a una de puertas abiertas, accesible, cercana al pueblo, plural, transparente, eficiente y sin privilegios. “No habrá muros que nos separen de la sociedad, estaremos abiertos a escuchar a las víctimas”.
Reiteró su compromiso de llevar la anhelada justicia a los pueblos indígenas, afromexicanos y grupos que viven en condiciones de vulnerabilidad.