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¿Jugar o no jugar en la contaminación China?

El Comité Olímpico Internacional podría ceder a una contaminada ciudad la justa de invierno del año 2022. Se estima que para 2015, la industria deportiva en China valdrá unos 814 mil millones de dólares.

El domingo, cuando sonó el pistoletazo de salida en la edición 34 del Maratón Internacional de Beijing, la contaminación atmosférica rebasaba 20 veces el nivel que la Organización Mundial de la Salud considera seguro para respirar. En cualquier otro lugar en el mundo, esto habría sido un escándalo digno de un examen colectivo de conciencia. En Beijing, muchos de los 26 mil maratonistas usaban mascarillas anticontaminación y corrieron animosamente por las calles brumosas.

La carrera no fue el primer evento deportivo de gran magnitud en verse empañado por el aire irrespirable en China. Una semana antes del maratón, el ídolo argentino del fútbol Lionel Messi fue fotografiado en Beijing luchando por realizar una práctica ahogada en polución antes de un encuentro amistoso entre las selecciones nacionales de Brasil y Argentina. En abril de 2013, la Ladies Professional Golf Association atrajo ​​una avalancha de críticas por haber decidido jugar la final de su evento más importante en China en medio de una fuerte contaminación, alegando que era "niebla."

Todos sabemos por qué las organizaciones deportivas internacionales siguen tolerando esas condiciones espantosas: el dinero. El lunes, el Consejo de Estado de China, el máximo órgano de gobierno del país, anunció un plan para convertir "los deportes" (un concepto que encierra de todo, desde los estadios a la comida saludable) en una industria de 814 mil millones de dólares para el año 2025.

Pocos países tienen el potencial de China para generar tantos ingresos para las ligas y federaciones deportivas internacionales.

Esa es la razón que explica por qué la NFL actualmente transmite los partidos de forma gratuita en el país, para construir su público, y por qué la FIFA, el organismo rector del fútbol mundial, autorizó el amistoso entre Brasil y Argentina a pesar de la contaminación. Incluso el Comité Olímpico Internacional, que obligó a las autoridades chinas a limpiar el aire de Beijing durante las tres semanas de los Juegos de 2008, ahora está considerando seriamente celebrar las Olimpiadas de Invierno de 2022 en la provincia más contaminada de China continental. China podría ser la única nación dispuesta y en condiciones de poner el dinero para realizar tal evento.

Sin embargo, llega un punto en que el ánimo de lucro se convierte en maltrato. Incluso los atletas más destacados se ven con las manos atadas, tienen la opción de boicotear los eventos que temen puedan perjudicar su salud, pero con ello corren el riesgo de perder el apoyo de sus compañeros de equipo, patrocinadores y aficionados chinos. En última instancia, es responsabilidad de las ligas deportivas profesionales equilibrar la necesidad de proteger a los competidores contra el riesgo de contrariar a China y perder los ingresos futuros si se quejan en voz muy alta.

Vale la pena recordar que, aún con todo el dinero a su disposición, China necesita la buena voluntad de las ligas deportivas mundiales tanto como ellas necesitan a China. Los líderes chinos están desesperados por evitar la vergüenza en eventos de alto perfil, que a menudo se ven como ejercicios para expresar el estatus y el poder del país. Las estrellas internacionales son generalmente más lucrativas en la televisión china que los equipos propios. Y China depende de atletas extranjeros para elevar el nivel de juego en sus propias ligas profesionales.

Con esa clase de influencia, las ligas y federaciones deportivas internacionales no deben tener miedo de establecer ciertos estándares mínimos de calidad del aire en sus eventos, ya se celebren en China o en cualquier otro sitio. Las autoridades chinas temían que el maratón del domingo se cancelara, sin duda habrían tomado medidas para limpiar el aire antes de la competencia como lo han hecho ocasionalmente en vísperas de reuniones políticas importantes. El resultado, contrariando ese espíritu comercial que mueve al mercado deportivo actual, habría beneficiado tanto a los aficionados como a los atletas.

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