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Ecobici a la romana no rueda

Roma enseña al mundo cómo no dirigir un programa de bicicletas compartidas, ya que la inseguridad, la burocracia, las peleas políticas y la propia geografía, han llevado al fracaso el programa.

ROMA. En la película de 1948 "Ladrones de bicicletas", el desesperado protagonista atraviesa Roma en una búsqueda vana de su bicicleta robada. Hoy, el alcalde Ignazio Marino está interpretando un papel similar.

Las bicicletas municipales compartidas prosperaron desde París hasta Sao Paulo, pero la Ciudad Eterna está resultando una excepción. El programa de bicicletas en Roma se ha visto obstruido por sinvergüenzas, problemas legales, peleas políticas y por la geografía –la ciudad se asienta en sus famosas siete colinas- que se suman a la renuencia de los residentes a abandonar sus autos y motos.

"A los romanos no les gusta llegar a ninguna parte transpirados de un viaje en bicicleta", dijo Federico Niglia, profesor de historia en la Universidad Luiss de Roma, que tiene una bicicleta pero rara vez pedalea. "Y están los robos, la burocracia y las peleas políticas. Los mismos problemas que acosan al país condenan a las bicicletas compartidas".

Roma'n'bike fue lanzado en 2008 justo un año después del exitoso programa Velib en París y antes que los de Nueva York, Milán y Londres. Pero, si bien en Internet todavía se brindan instrucciones para abonarse, la última actualización data de julio de 2010.

"Es como el Imperio Romano: fuimos los primeros, ahora quedamos atrás", dijo Eleonora Carletti, de 32 años, que trabaja en un restaurante cerca de Via del Corso, donde una estación de bicicletas abandonada asoma sobre la cartelera de menú con los platos especiales del día. Si bien admite que disfrutó el programa de Barcelona en una visita reciente, en su ciudad "Nunca uso las bicicletas porque tengo auto".

Foro sin autos

El fracaso de Roma es una incomodidad para el alcalde Marino, que va en bicicleta al trabajo y fue electo con la promesa de mejorar la movilidad y disminuir el tránsito. Si bien pudo cerrar las calles próximas al Foro Romano a los automóviles, Marino ha avanzado poco con respecto a la debacle de las bicicletas compartidas.

Un obstáculo formidable ha sido el romance de Roma con el motor de combustión interna. La ciudad tiene 978 vehículos motorizados –autos, ciclomotores y motos- cada mil habitantes, según datos municipales. Esto se compara con 398 vehículos cada mil londinenses y 415 cada mil en París, sede de Velib, que tiene más de 20 milbicicletas y mil 800 estaciones.

La empresa española de publicidad al aire libre Cemusa, que introdujo las bicicletas compartidas en Pamplona, Málaga y San Sebastián, obtuvo un contrato para desarrollar el programa en Roma y dirigirlo durante seis meses, ampliados luego hasta un año. Cemusa dice que, apenas comenzaron hace seis años, se abonaron más de seis mil usuarios para 200 bicicletas y 19 estaciones. Esperaba que el programa piloto aportara una ventaja cuando Roma ofreciera un contrato a nivel de toda la ciudad.

Cuando Roma no pudo organizar la licitación debido a las quejas ante la perspectiva de que participara una empresa extranjera, Cemusa exigió más dinero o la posibilidad de vender publicidad.

"No ocurrió ninguna de las dos cosas y nos fuimos", dijo Marco Dallamano, responsable de Cemusa en Italia. A comienzos de 2009, ya sin Cemusa, el entonces alcalde Gianni Alemanno puso a cargo a una agencia del tránsito público y fracasó.

Pese a haber agregado un puñado de estaciones de bicicletas cuando se creó una nueva compañía municipal para hacerse cargo en 2010, las bicicletas desaparecieron o se rompieron.

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