Historias de NegoCEOs

Carlos Slim, el multimillonario más mediático

Cuando Carlos Slim apareció por primera vez en la lista de Forbes, en 1991, se convirtió ipso facto en un personaje irresistible para los medios de comunicación por lo contradictorio que resultaba su historia: se trataba de un mexicano de origen libanés que triunfaba en un país de millones de pobres.Su exposición mediática aumentó en el 2010 cuando alcanzó la cima del ranking y se convirtió en el mayor multimillonario del mundo, por encima de Bill Gates y Warren Buffet, lo cual le valió aparecer en portadas de las revistas y diarios más reconocidos a escala global.Sin embargo, tener los reflectores encima parece no molestarle al fundador del Grupo Carso y América Móvil. Al contrario, los usa para legitimarse y defenderse de las críticas que lo han perseguido desde que obtuvo, junto con otros inversionistas, la concesión de Telmex, lo que lo llevó, años después, a erigirse como ‘el rey’ de las telecomunicaciones en México y América Latina.A diferencia de otros multimillonarios mexicanos que también escalaron rápidamente en la lista de la revista estadounidense, principalmente tras las privatizaciones durante el gobierno del expresidente Carlos Salinas de Gortari, Slim ha tomando con complacencia la carga mediática que supone ser el mexicano más rico del mundo.No así Alberto Baillères y Germán Larrea, los billonarios mexicanos que siguen a Slim en los rankings de Forbes y Bloomberg, y quienes se beneficiaron de las privatizaciones mineras en el país, pero que mantienen estrictos perfiles bajos. Nunca, o casi nunca, estos empresarios dan entrevistas o se aparecen en eventos públicos. Y si lo hacen, buscan pasar desapercibidos o evaden a los medios de comunicación.Un colega periodista suele decirme que a Carlos Slim ya no le importa hablar de tal o cual persona o pronunciarse sobre cualquier tema, porque es un empresario que ‘ya está más allá del bien y el mal’, un hombre del que, como apunta el periodista Diego Osorno en su biografía sobre Slim –recientemente puesta a la venta en las librerías bajo el sello editorial Debate–, se ha escrito casi todo.Compré el lunes en Amazon la biografía que escribió Diego sobre Carlos Slim y la leí en el avión que me trajo de Estambul a la Ciudad de México, vía Londres. Curiosamente en Estambul tuve la oportunidad de intercambiar comentarios con un libanés que trabaja para la Organización de las Naciones Unidas, quien me preguntaba entre sorprendido y sarcástico cómo era posible que un mexicano-libanés haya podido amasar tal cantidad de dinero (70 mil millones de dólares en 2012 y cerca de 56 mil millones a la fecha, según el índice de Multimillonarios de Bloomberg).Le hablé de sus orígenes, de Telmex y de América Móvil, así como de su destreza para detectar y aprovechar oportunidades de negocio, de ese ‘toque Midas’ que parece tener Slim. También le recomendé la biografía que investigó y escribió el periodista Diego Osorno, de la cual había leído ya un adelanto en la revista Gatopardo. Aquel texto me dejó una muy buena impresión, porque lograba desvelar algunos secretos de Slim a través de una de sus pasiones: la literatura.Desde que inicié mi carrera como periodista especializado, no he parado de seguirle la pista a Slim. Sobre él he escrito mucho de lo que tiene que ver con sus empresas, sus relaciones con hombres de negocios, su familia, de cómo paso de ser considerado un ‘barón ladrón’ para los editorialistas del New York Times a uno de los personajes menos escudriñados por el influyente tabloide estadounidense del que ahora es su mayor accionista individual.Y también he tenido la oportunidad de conversar y escribir sobre algunos de los personajes más cercanos al magnate mexicano; sus hombres de confianza, como Jaime Chico Pardo, exdirector de Telmex por más de una década, y Carlos García Moreno, actual CFO de América Móvil, el financiero de mayor confianza de Slim. De sus encuentros y desencuentros con Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas Pliego.Sin embargo, la biografía de Diego Osorno, quien se ha consolidado como uno de los mejores cronistas de México, escudriña de forma muy certera sobre algo que había permanecido oculto: sus relaciones políticas. Saber, por ejemplo, lo que Slim piensa de Carlos Salinas, lo que opina del pasado de su hermano Julián Slim, o simplemente que siempre ha votado por el PRI para presidente y por el PAN para legisladores, es algo que hay que aplaudir.

Cuando Carlos Slim apareció por primera vez en la lista de Forbes, en 1991, se convirtió ipso facto en un personaje irresistible para los medios de comunicación por lo contradictorio que resultaba su historia: se trataba de un mexicano de origen libanés que triunfaba en un país de millones de pobres.

Su exposición mediática aumentó en el 2010 cuando alcanzó la cima del ranking y se convirtió en el mayor multimillonario del mundo, por encima de Bill Gates y Warren Buffet, lo cual le valió aparecer en portadas de las revistas y diarios más reconocidos a escala global.

Sin embargo, tener los reflectores encima parece no molestarle al fundador del Grupo Carso y América Móvil. Al contrario, los usa para legitimarse y defenderse de las críticas que lo han perseguido desde que obtuvo, junto con otros inversionistas, la concesión de Telmex, lo que lo llevó, años después, a erigirse como 'el rey' de las telecomunicaciones en México y América Latina.

A diferencia de otros multimillonarios mexicanos que también escalaron rápidamente en la lista de la revista estadounidense, principalmente tras las privatizaciones durante el gobierno del expresidente Carlos Salinas de Gortari, Slim ha tomando con complacencia la carga mediática que supone ser el mexicano más rico del mundo.

No así Alberto Baillères y Germán Larrea, los billonarios mexicanos que siguen a Slim en los rankings de Forbes y Bloomberg, y quienes se beneficiaron de las privatizaciones mineras en el país, pero que mantienen estrictos perfiles bajos. Nunca, o casi nunca, estos empresarios dan entrevistas o se aparecen en eventos públicos. Y si lo hacen, buscan pasar desapercibidos o evaden a los medios de comunicación.

Un colega periodista suele decirme que a Carlos Slim ya no le importa hablar de tal o cual persona o pronunciarse sobre cualquier tema, porque es un empresario que 'ya está más allá del bien y el mal', un hombre del que, como apunta el periodista Diego Osorno en su biografía sobre Slim –recientemente puesta a la venta en las librerías bajo el sello editorial Debate–, se ha escrito casi todo.

Compré el lunes en Amazon la biografía que escribió Diego sobre Carlos Slim y la leí en el avión que me trajo de Estambul a la Ciudad de México, vía Londres. Curiosamente en Estambul tuve la oportunidad de intercambiar comentarios con un libanés que trabaja para la Organización de las Naciones Unidas, quien me preguntaba entre sorprendido y sarcástico cómo era posible que un mexicano-libanés haya podido amasar tal cantidad de dinero (70 mil millones de dólares en 2012 y cerca de 56 mil millones a la fecha, según el índice de Multimillonarios de Bloomberg).

Le hablé de sus orígenes, de Telmex y de América Móvil, así como de su destreza para detectar y aprovechar oportunidades de negocio, de ese 'toque Midas' que parece tener Slim. También le recomendé la biografía que investigó y escribió el periodista Diego Osorno, de la cual había leído ya un adelanto en la revista Gatopardo. Aquel texto me dejó una muy buena impresión, porque lograba desvelar algunos secretos de Slim a través de una de sus pasiones: la literatura.

Desde que inicié mi carrera como periodista especializado, no he parado de seguirle la pista a Slim. Sobre él he escrito mucho de lo que tiene que ver con sus empresas, sus relaciones con hombres de negocios, su familia, de cómo paso de ser considerado un 'barón ladrón' para los editorialistas del New York Times a uno de los personajes menos escudriñados por el influyente tabloide estadounidense del que ahora es su mayor accionista individual.

Y también he tenido la oportunidad de conversar y escribir sobre algunos de los personajes más cercanos al magnate mexicano; sus hombres de confianza, como Jaime Chico Pardo, exdirector de Telmex por más de una década, y Carlos García Moreno, actual CFO de América Móvil, el financiero de mayor confianza de Slim. De sus encuentros y desencuentros con Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas Pliego.

Sin embargo, la biografía de Diego Osorno, quien se ha consolidado como uno de los mejores cronistas de México, escudriña de forma muy certera sobre algo que había permanecido oculto: sus relaciones políticas. Saber, por ejemplo, lo que Slim piensa de Carlos Salinas, lo que opina del pasado de su hermano Julián Slim, o simplemente que siempre ha votado por el PRI para presidente y por el PAN para legisladores, es algo que hay que aplaudir.

Escríbeme a mmaldonado@elfinanciero.com.mx y a @MarioMal

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