Como era de esperarse, el abarrotado concierto que dieron el pasado 23 de agosto el trio de A love electric (Todd Clouser, Aarón Cruz y Herán Hecht) con John Medeski, en el Lunario, sorprendió. No sólo por el nivel de amalgamiento musical de la banda, que es natural con músicos de tal talla, sino por la propuesta de fusión que han desarrollado en el que es su primer disco con música completamente original: Son of a hero.
La banda se aleja de aquellos refrescantes covers de rock en versiones de jazz atascado, le baja al funk y se adentra en la búsqueda de sonoridades densas en las cuerdas, pero con una potente base rítmica; un territorio en el que el spoken word de Todd Clouser se desliza casual, vástago de esa tradición caminera y neoyorquina que lo hermana tanto con la poesía beat.
Medeski, el invitado que fue anunciado en letras de puntaje bastante más grande que la propia banda, sonó discreto, mesurado. No pocos esperaban atestiguar a sus arrebatos en el Hammond, pero cortés y al servicio de la música, proporcionó, como lo hace en el disco, ese toque psicodélico en sus acordes y texturas que entretejió en diversos planos sonoros para crear atmósferas.
Para quien quiera recordar un momento estelar o acercar la oreja a lo que sonó esa noche de sábado, comparto aquí el solo de batería. Con ustedes Hernán Hecht:
En el terreno discográfico, una de las novedades esperadas es Ser, el tercer disco del Sho Trío, una agrupación con seis años de trayectoria, que si bien fusiona géneros como el pop, el rock y el folclor, está permeado por tintes jazzísticos al estar integrada por músicos desarrollados en esta escena: Sandra Cuevas (Muna zul) en voz y teclados, Juanjo en la guitarra y Hernán Hecht en la batería y la producción.
Un sonido suave y amable en el que se mezclan por momentos, ritmos y percusiones de cariz étnico. La nota no tan buena es que la elección de estilo vocal no siempre favorece a las canciones. Cuevas, quien es una vocalista de bello timbre, incursiona de pronto en un estilo un tanto de moda, de cantar con una emisión más plana, gutural, que impide apreciar lo armónicos naturales de su voz. Para fortuna del oído, nos obsequia emisiones más puras en piezas como Caña cañita.