El anuncio de Nissan sobre la desactivación de su planta en CIVAC, Morelos, no es simplemente una reestructura logística. Es el desenlace de casi seis décadas de historia automotriz mexicana, envuelta en un anuncio que suaviza el golpe con palabras como “eficiencia” y “sostenibilidad”, pero que deja entrever una transformación más profunda: la redefinición del mapa industrial de la marca en México y el mundo.
El traslado de toda la producción al complejo de Aguascalientes se enmarca dentro del plan global Re:Nissan, presentado por el CEO global de la marca, el mexicano Ivan Espinosa, que busca reducir la capacidad instalada fuera de China de 3.5 a 2.5 millones de unidades y consolidar las operaciones de 17 a solo 10 plantas en el mundo.

Bajo ese objetivo, CIVAC deja de ser estratégica. Su cierre técnico, previsto para el año fiscal 2025-2026, implica no solo una redistribución de modelos como NP300, Frontier y Versa, sino también el abandono de la primera planta que Nissan instaló fuera de Japón.
Fundada en 1966, la planta de Nissan en la Ciudad Industrial del Valle de Cuernavaca no fue una planta más: allí arrancó la internacionalización de la firma japonesa. Produjo más de 6.5 millones de vehículos y sostuvo la operación mexicana durante décadas, incluso exportando unidades a mercados como Japón.
La centralización en Aguascalientes se justifica al tratarse de una planta más grande, moderna y eficiente, con equipamiento más avanzado, lo que permite asumir la producción total de la marca en México. Pero la lectura de fondo es que Nissan ha optado por concentrar sus fichas en donde los números cuadran mejor y la operación es más automatizada y rentable, dejando atrás complejos más antiguos sin importar su simbolismo o su peso histórico.

Detrás de este análisis, hay un profundo plan de la estructuración financiera global de la marca, una que ha sufrido por el cambiante mercado automotriz global, generado, en parte, por el éxito de varias marcas chinas, que inundan el planeta con productos deseables y mucho más accesibles; además del fallido intento de integrarse junto con Honda el año pasado para re estructurase juntas.
Más allá de nacionalismos, es una decisión estratégica de vida o muerte para una de las marcas automotrices más importantes del planeta, pues no solamente anuncia en el cierre de CIVAC, sino de otras seis plantas del mundo, muy a pesar de mantenerse por amplio margen como la marca número uno en ventas en nuestro mercado local.
Mientras las operaciones comerciales se mantienen sin cambios, el cierre de CIVAC será una sacudida para la comunidad morelense, cuya historia económica está estrechamente ligada a la planta. Nissan asegura que busca una relación respetuosa con los empleados afectados, aunque la realidad parece apuntar más a que el futuro inmediato en la zona dependerá más de la respuesta sindical, estatal o incluso federal.
En definitiva, Nissan no solo mueve su producción: reescribe su presencia en México, y al hacerlo, termina uno de los capítulos más longevos y emblemáticos de la industria automotriz nacional. El desafío ahora es que este cierre no se convierta en un símbolo del abandono progresivo de regiones que alguna vez fueron el centro del impulso industrial del país.




