Renault vuelve a poner sobre la mesa el nombre Megane, pero esta vez lo hace sin referencias directas a sus generaciones anteriores. Ahora como un crossover compacto eléctrico, el Megane E-Tech apuesta por diseño, eficiencia y buen manejo en uno de los segmentos más interesantes y propositivos del mercado mexicano.

Con una sola versión disponible de momento, el nuevo Renault Megane E-Tech llega desde Francia como una alternativa directa a rivales como el BYD Dolphin, el MG4, el Chevrolet Bolt EV, y el mismísimo Volvo EX30, con una configuración que prioriza tanto el diseño como la experiencia de conducción.
Por fuera, la silueta fluida y aerodinámica del nuevo Megane le da una personalidad muy distinta a lo que recordábamos del modelo, con proporciones limpias y detalles muy cuidados. El frente prescinde de una parrilla tradicional, aunque mantiene entradas funcionales de aire, sensores y cámara para las asistencias avanzadas de manejo, todo integrado con naturalidad.

El juego de luces LED, el rombo de nueva generación y una franja negra que conecta visualmente los grupos ópticos frontales, dan forma a un conjunto muy europeo. Destacan también las manijas eléctricas ocultas al ras de la carrocería, el doble tono de pintura, rines de 18” y un remate posterior con iluminación horizontal de profundidad. Todo apunta a un modelo que apuesta más por la sofisticación que por lo disruptivo, pero lo hace con coherencia.

Por dentro, el habitáculo de Megane E-Tech marca un nuevo estándar para la marca. Aquí, Renault toma distancia de otros productos de su portafolio y propone un diseño más limpio, con textiles de alta calidad y un ensamble sólido, sin ruidos ni vibraciones. Los acabados, aunque sobrios, transmiten una sensación de producto bien pensado, con plásticos suaves en las zonas clave y un tablero cubierto por texturas recicladas que suman al concepto de sustentabilidad. El diseño es simétrico, funcional y con una clara orientación al conductor.

La posición de manejo es cómoda, aunque con algunos compromisos: si bien el volante es ajustable en altura y profundidad, la relación con los pedales podría incomodar a ciertos perfiles de conductor. Hay una buena visibilidad hacia el frente, y un retrovisor interior con cámara ofrece mayor cobertura en condiciones limitadas. La interfaz digital es clara y amigable tanto en el cuadro de instrumentos como en la pantalla central de 9.0”, orientada hacia el conductor y que integra Android Auto y Apple CarPlay inalámbricos, acompañada de iluminación ambiental, cargador por inducción y puertos USB-C.
En la segunda fila de asientos, el espacio es muy bueno para dos adultos, pero algo limitado si viajan tres. Se agradece la presencia de salidas de aire, puertos USB y un acabado similar al de la parte delantera. La cajuela, por su parte, ofrece 440 litros, ampliables a 1,332 con los asientos traseros abatidos. Al no haber una cajuela frontal o “frunk”, la modularidad de la segunda fila compensa para usos urbanos y recreativos.
Bajo el cofre encontramos un motor eléctrico de 215 hp alimentado por una batería de 60 kWh. La entrega de potencia es progresiva y suficiente para el día a día, aunque no tiene aspiraciones deportivas. La respuesta es fluida, especialmente en ciudad, pero no llega a las cifras de aceleración que hemos visto en otros eléctricos del segmento. La experiencia es más refinada que explosiva.

La plataforma CMF-EV permite una mejor distribución de peso y un centro de gravedad más bajo. Esto, sumado a la suspensión bien calibrada, da como resultado un vehículo estable en curvas, ágil en maniobras urbanas y cómodo en trayectos largos. La dirección es precisa, con asistencia eléctrica que varía según el modo de manejo y la velocidad. Se percibe una puesta a punto muy europea, pensada para el equilibrio entre control y confort, pero honestamente, mucho más cómoda que el promedio de los europeos, aunque más firme que los chinos de su segmento.

Como buen eléctrico, también puede regenerar energía mientras manejamos, el sistema, ajustable mediante las paletas tras el volante, permite modificar la intensidad de recuperación, aunque nos gustaría también tener un modo “One Pedal Drive” más marcado en regeneración y capaz de detener por completo el vehículo sin tocar el freno. El conjunto de frenos cumple bien en el uso cotidiano, aunque en conducción más exigente se percibe cierta necesidad de mayor mordida o capacidad de disipación de calor. Los neumáticos Continental EcoContact ofrecen baja resistencia, pero podrían mejorar en tracción bajo exigencias dinámicas.
En conjunto, el nuevo Megane E-Tech se percibe como un producto maduro, bien ejecutado, y con una propuesta diferenciada frente a los eléctricos asiáticos que dominan el segmento. No busca sorprender por aceleración ni por pantallas gigantescas, sino por coherencia, diseño y calidad de marcha. Su punto fuerte está en la calidad, cómo se conduce, cómo está hecho y cómo se siente. Renault ha encontrado aquí un camino claro para redefinir su presencia en el mercado eléctrico.
Con esta propuesta, la marca no solo se suma a la electrificación: la diseña desde cero con su propio lenguaje, su propia visión estética y una plataforma que permite pensar en futuro bajo el estandarte de un nombre icónico en la marca francesa. Megane E-Tech no se siente como una adaptación, sino como un modelo eléctrico que nació con una idea clara de lo que debía ser. Esto, en un segmento que crece cada día más, puede marcar la diferencia en la querida marca del rombo.
FICHA TÉCNICA