After Office

Vive Latino se consolida como patrimonio urbano

El festival más grande de América Latina dejó la pubertad y se ha consolidado como un magno evento en el que conviven diversas culturas y géneros musicales. 

A mediados de los noventa, varios factores se acomodaron para gestar lo que sería el festival de rock latino más grande del continente, el Vive Latino, que este año celebra 15 ediciones.

En esa década se avecinaba otro boom del rock mexicano. Varios músicos que tocaban en los foros alternativos de la ciudad -Lucc, Rock Stock y Rockotitlán - fueron firmados por disqueras grandes, entre ellas la desaparecida Culebra de BMG, y comenzaron a salir del anonimato.

La Maldita Vecindad, La Lupita, La Castañeda, Tijuana No!, Santa Sabina, Café Tacvba, La Cuca y otros veteranos, Caifanes y Botellita de Jerez, se adecuaron a los tiempos con un público más amplio.

El levantamiento zapatista en 1994, irónicamente, fue el parte- aguas para la creación del festival. Estos rockeros se unieron con un fin social: apoyar a los indígenas de Chiapas con su música. Organizaron los primeros conciertos masivos en la ciudad, los ya legendarios toquines en el Estadio de Prácticas de CU, en los que por 10 pesos y un kilo de granos, los asistentes escuchaban durante 12 horas a grupos de reggae, trova y otras expresiones urbanas. Paralelamente, OCESA, empresa fundada en 1990, comenzó a operar el Foro Sol en 1993, con tres conciertos de Madonna.

El creador y director del Vive Latino, Jordi Puig, pensó que si cada banda de rock mexicano podía juntar a más de mil personas en sus conciertos individuales, ¿qué pasaría si las reunías a todas en un mismo lugar con mejor infraestructura?

"Ya llevaban algunos años los conciertos en México y empezaban a madurar, cada género comenzaba a agarrar su espacio. El rock en español estaba emergiendo y se notaba que había grupos que estaban por explotar", relata Puig.

Con la interpretación de Contrabando y Traición, de La Lupita, se inauguró oficialmente el Vive Latino realizado los días 28 y 29 de noviembre de 1998.

El cartel estuvo conformado por 41 bandas, muchas de ellas eran las mismas que iniciaron los conciertos por Chiapas, y otros veteranos españoles como Miguel Ríos, Danza Invisible y Ángeles del Infierno. Una gran diferencia (además del costo del boleto y la producción): el festejo tenía un objetivo comercial; aunque también fomentaba la convivencia y la difusión del rock.

Aquella primera edición, indica Puig, cumplió sus expectativas, sin embargo, de los 30 mil espectadores que esperaban por día, no llegaron ni a la mitad. Así que OCESA tuvo que replantear la logística y al año siguiente decidió no realizarlo. En el 2000, regresó y explotó.

"Al principio hubo algunos tropiezos de operación: que si el abasto de agua, cerveza o refresco se acaba en algún punto había que remontar, ver que los baños fueran suficientes, si un escenario le quedaba pequeño a un grupo, había que cambiarlo. Pero aprendemos rápido para que no se repita, y ahora damos el servicio al 100 por ciento", asegura el creador.

Conforme han avanzado las ediciones, se ha consolidado. Cada año crece ambiciosamente: se agregan géneros, carpas, días y si algo no funciona, al año siguiente se elimina.

En 2003, el festival se movió a mayo y fue la primera de tres ediciones de un solo día de actividades, además tuvo la particularidad de tener un pequeño espacio dedicado al rap y al hip hop nacional. Para la séptima edición, regresó el formato de dos días y se aumentó un tercer escenario.

Hace cinco años se estableció La Carpa Intolerante con un booking realizado por la disquera independiente Intolerancia, este escenario continúa con novedosas propuestas de jazz, blues y rock experimental.

En 2010, llegó para quedarse la Carpa Ambulante, del Festival Ambulante de Documentales, con filmes sobre los protagonistas del rock mundial. También se realizó la primera prueba de un tercer día, el cual consistió en la presentación de la ópera rock Dr. Frankenstein de José Fors, con un elenco conformado por Salvador Moreno (La Castañeda) y la cantante de jazz Iraida Noriega. Como era de esperarse, al año siguiente ya había tres días de pura música.

Cuando parecía que no podía crecer más, en la edición pasada hubo un intento fallido de agregar un cuarto día, pero, tras la cancelación de Morrissey, se suspendió.


XV AÑOS Y SIGUE CRECIENDO

El Latino empezó con 42 grupos en dos escenarios, este año se ha confirmado la participación de 161 artistas, y se agrega un quinto escenario: La Carpa Gozadero Dancing Club. El cartel ha causado controversia, no sólo por la integración de sonidero, también por los grupos anglosajones y la participación de Los Tigres del Norte. Hay muchos asistentes que, como en los primeros años, siguen renuentes a la diversificación de estilos, géneros e idioma.

"Desde el principio, El Vive integró algunas bandas anglos, hemos intentado que crezca lo más orgánico posible, y si ya tiene cierto nombre en la región y ya está en el mapa internacional, es natural que grupos anglo se acerquen o nosotros a ellos", explica Jordi Puig.
"Esto es sin renunciar a las raíces de este evento, que nació en las entrañas de esta ciudad, del rock latino, y ése es su corazón".

A pesar de las quejas sobre el cartel de este año, el público es más abierto. En las primeras ediciones, a quienes se atrevían a cantar en inglés, como el grupo español Dover en 2000, los bajaban del escenario. En los 90 era inimaginable que los amantes del rock latino convivieran con otras tribus urbanas.

"Todos hemos madurado un montón. Hace quince años estábamos empezando a ir a conciertos, para las nuevas generaciones ya es parte de su sistema, se comportan mejor, reciben la música de manera distinta, yo creo que antes éramos más bravos y no tan abiertos", opina el director del espectáculo.

Esta prueba de diversidad se ha notado en los últimos cinco años, con la participación de Chemical Brothers, Jane's Addiction, The Mars Volta, The Horrors, Kasabian, Yeah Yeah Yeahs, Blur y otros grupos que jamás se hubiera pensado que podrían estar en el cartel.

Este año el line up está diseñado para atraer a todo tipo de público, y es probablemente el más significativo en ese sentido, al integrar a Arcade Fire y Cut Copy, grupos que orgánicamente pertenecen más al Corona Capital; Nine Inch Nails, que atrae a un público adulto, y a Los Tigres del Norte y la Carpa Gozadero, para los amantes del baile y la música norteña.

Y para los nostálgicos mayores de 30 que de adolescentes vivieron el primer Vive Latino, no podían faltar grupos que formaron parte del cartel de noviembre de 1998: La Maldita Vecindad, que celebra tres décadas con, según el comunicado, un último concierto; La Castañeda, que además de celebrar 25 años de mezclar música y performance, presenta dos discos; Ely Guerra, Los Tres, El Gran Silencio y La Ley.

Ahora sí, que pase la quinceañera.

También lee: