Cuando la timidez le impide relacionarse o desarrollar sus actividades, hay un problema que, afortunadamente, tiene solución y todo está dentro del cerebro. Los pensamientos pueden cambiar la personalidad, afirma Pamela Jean, consultora en comunicación estratégica y experta en persuasión e ingeniería del lenguaje.
Una vez identificado el problema es tiempo de actuar. Como primer paso, la experta recomienda hacerlo de manera opuesta a lo que cada uno considera que es la timidez. Un ejercicio sencillo que a través de la práctica se fortalece, al tiempo que el comportamiento tímido se debilita.
"Si dejas de practicar las actitudes y conductas de la timidez y empiezas a practicar las de la seguridad, la extroversión o lo que sea que necesites, poco a poco tu mente va a acostumbrarse a ser de esa forma", explica.
Se trata de una cuestión química. A una persona tímida le estresa socializar o desenvolverse laboralmente y el estrés genera una sustancia llamada cortisol. "El cortisol te pone en un estado de alerta y ante un peligro, te ayuda a ponerte a salvo. Pero si ante una situación que no te está dañando, te dices a ti mismo que es así, se produce igualmente".
Por eso, su siguiente recomendación es "actuar como si", como si su personalidad fuera lo opuesto a la timidez. En este punto, es importante ser persistente, aunque cause cierta incomodidad. "Con esto le vas a enviar al cerebro señales de que todo está bajo control, que te sientes seguro de ti mismo, aunque al principio sea mentira.
Parece un juego, pero efectivamente el cambio surge cuando cambias lo que te dices a ti mismo. El cerebro reacciona según tus pensamientos y si le dices que lo que estás viviendo es estresante, va a producir cortisol. Si le dices que todo está bajo control, entonces se va a mantener tranquilo y vas a dejar de producir esa sustancia que te estresa". Un círculo vicioso que no parece tan difícil de romper. Piense distinto y será distinto.
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