Es el líder y casi seguro vencedor del campeonato de constructores, sus pilotos ocupan las dos primeras posiciones en el campeonato de pilotos y, sin embargo, Mercedes enfrentará un cierre de temporada muy complejo en la Fórmula Uno, con una división interna evidente, disminución de rendimiento de sus bólidos y, sobre todo, una guerra peligrosa entre Lewis Hamilton y Nico Rosberg.
Cualquier equipo se sentiría afortunado por tener a dos pilotos de la calidad de estos jóvenes y en Mercedes eso experimentaron en un inicio, pero su competitividad ha rebasado los límites, al grado de poner en peligro sus autos, los resultados y hasta su vida.
Desde la primera competencia de 2014 fue evidente que ninguno estaba dispuesto a ceder, aún si debían dejar la prudencia a un lado. La fortaleza y confiabilidad de los autos incrementó esta situación, pues no había diferencia en su excelente desempeño y todo quedaba en la pericia de los pilotos.
Se volvió común ver a uno presionar al otro, rebasar con acciones temerarias y llevar las estrategias al límite, pero la peor de las batallas sucedió en el Gran Premio de Bélgica, el 24 de agosto de este año, cuando Rosberg chocó el auto de Hamilton en un intento por rebasarlo.
Al coche del inglés se le pinchó un neumático y al entrar a fosos para cambiarlo perdió toda oportunidad de pelear por el podio. El alemán ganó la carrera, pero también obtuvo la reprobación de la escudería.
Rosberg no se disculpó, al menos públicamente, y trascendió que él y Hamilton apenas se dirigen la palabra desde entonces.
Los jefes del equipo Nikki Lauda, Toto Wolf y Paddy Lowe iniciaron una discusión sobre la conveniencia de utilizar las órdenes de equipo, es decir, decidir desde boxes si un piloto puede o no rebasar al otro. Sin embargo, parece que el único que está por completo de acuerdo con esta opción es Lauda, mientras los otros dos se muestran indecisos.
El asunto llegó a tal nivel que la escudería involucró a sus aficionados a través de las redes sociales para expresar qué preferían. El resultado fue una abrumadora votación a favor de la libre competencia.
Invitado a un problema que ya no le corresponde, el ex jefe de Mercedes Norbert Haug, quien dejó el equipo hace casi un año, atizó el fuego al declarar a la prensa británica que no le parecía nada raro ni malo lo sucedido en Bélgica, pues "para hacer un buen caldo es necesario matar unas cuantas gallinas".
A ello se suman algunas fallas que han tenido los coches y que no habían presentado al inicio de la temporada, como la que provocó que Rosberg abandonara en Singapur, una fecha posterior a la belga y que incluso se prestó a suspicacias, pues se habló de que la barra de dirección electrónica fue contaminada por una sustancia desde el exterior, situación inédita y que hizo pensar en sabotaje por parte del equipo de ingenieros de Hamilton.
Por supuesto, Mercedes se apresuró a negarlo, pero es cierto que los especialistas de un piloto y otro también están enemistados.
Ahora, cada competencia está marcada por el morbo de lo que podría suceder en la pista, mientras los directivos, que no tienen un favorito, sólo imploran que sus representantes tomen las decisiones correctas y se queden con los campeonatos.