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Lang Lang, el virtuoso pianista chino, llega a México

La superestrella pianística joven del ámbito clásico se presentará este lunes en Bellas Artes, donde ofrecerá un concierto único lleno de perfección técnica, precisión y asombrosa velocidad.

A muchos, la pregunta de por qué ir a escuchar a Lang Lang resultaría obvia. Además de ser la superestrella pianística joven del ámbito clásico, la fama de su perfección técnica, precisión y asombrosa velocidad sería motivo suficiente para asistir a algunos de los recitales que dará la semana próxima en la Ciudad de México.

El que sea fanático declarado del futbol, seguidor del Barca, y el que se presente, como en la pasada edición de los Grammy, con Metallica, han abonado a su carisma, en especial entre los jóvenes. También la labor que realiza en el mundo para atraer a niños y adolescentes al piano, a través de la fundación que lleva su nombre.

"Lo que hace es muy bueno porque acerca a otro público a la música clásica y a su instrumento", opina el flautista Horacio Franco, para quien no es criticable que el estrellato de figuras como él sea producto de la mercadotecnia, en tiempos de la globalización.

Pero más allá de lo mediático, entre los que saben, el prodigio chino no siempre cae bien parado. Anthony Tommasini, crítico de The New York Times, ha cuestionado su calidad como intérprete, al igual que su par mexicano, Lázaro Azar.

Sobre el fenómeno, Azar explica que Lang Lang reunía, como ningún otro joven virtuoso en China, las características necesarias para abrir un nuevo mercado en Asia, cuando en los 90 comenzó el desplome de la industria disquera.

"Su contrato exclusivo con la Deutsche Grammophon fue una jugada maestra".

Nadie, añade, superaba la historia del niño de Shenyan que se enamoró del piano al ver un episodio de Tom y Jerry; cuyo padre lo invitara a suicidarse -con una sobredosis de antibióticos que él mismo le proporcionaría- cuando lo rechazaron del conservatorio, y una serie de vivencias que lo condujeron, años después, a un intento de suicidio.

Sin negar la agilidad motriz con que siempre obtiene la ovación del público, Azar advierte que, en vivo, su técnicamente perfecta ejecución deja qué desear en lo musical.

"Es un imitador", afirma, y recuerda que en una cena con Daniel Baremboim -a quien Lang reconoce como mentor-, el pianista y director argentino le comentó que lo que le llamaba la atención del chico -de hoy, 32 años- , al corregir su interpretación, era su capacidad para imitarlo. "Pero si lo dejan a su intuición, puede dejarse llevar por su habilidad y su escasa capacidad de conocimiento estilístico".

Franco, a quien tampoco agradan "sus tempi, su touché y amaneramiento", adjudica esas carencias a una falta de madurez de Lang Lang.

Para una buena escucha, es importante no confundir el virtuosismo con la creación -en la que caben los errores- del intérprete, coinciden ambos entrevistados.

"Cuando oyes a un Rubinstein, o a un Brendel tocar una sonata de Beethoven, sabes que han llegado a las últimas consecuencias de la partitura, con una solvencia no nada más técnica sino musical y emocional que da miedo. Y todos son falibles, ¿eh? Los he escuchado dar traspiés", comenta Franco.

"¿Por qué sí ir a oír a Lang Lang?" se le pregunta. "Porque es una experiencia más. Si la gente va a ver al icono que le quieren vender, me parece perfecto. Pero que también vayan a ver a (el pianista mexicano) Jorge Osorio".

Previo a su aparición en el Mundial, junto a Plácido Domingo, dos días antes de la final en la Arena HSBC de Río de Janeiro, Lang Lang ofrecerá un recital este lunes en el Palacio de Bellas Artes, y el martes y miércoles en la Sala Telefónica del Centro Cultural Roberto Cantoral (todos a las 20:30 horas).

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