En el viaje de Alemania hacia México en 1939, huyendo del régimen fascista, el sicólogo Albert Salmón (interpretado por Boris Shoemann) pierde a su hija. Perseguido durante años por la culpa, decide ir a buscarla tras recibir unas fotografías -enviadas por su hermano Hans- de la que podría ser aquella niña extraviada, ahora convertida en una mujer.
La dramaturga Mariana Hartasánchez Frenk cuenta esta historia desde el humor. Un humor negro construido -dice el director Ginés Cruz-, a partir de la xenofobia, de la misoginia y el machismo.
De vuelta en Alemania, Albert Salmón se encuentra con La quita culpas, una actriz que hace performance para la gente que se arrepiente de algo que hizo durante la guerra, desde haber escondido a algún judío en su sótano y haberlo denunciado, hasta los remordimientos que carcomen al sicólogo por perder a su hija.
"En realidad es un álter ego de la dramaturga, quien así expresa que con su teatro también intenta sanar las culpas. En esta obra no sólo se trata de salvarse a través de lo teatral, sino de la fotografía, la sicología; son intentos de sublimar esa culpa que no se logró curar desde el arte, por eso el personaje alivia a quienes cargan con ese peso", explica el director.
Dónde: Teatro Juan Ruiz
de Alarcón, CCU.
Insurgentes Sur 3000
Hora: Sábado 17, 12:00 y 19:00; domingo 18, 12:00 y 18:00
Localidad: $150
Abordar el Holocausto desde el humor es sólo una forma más de atender a la responsabilidad histórica de los artistas, asegura. "En el caso de la autora, hay un asunto de herencia: la de la gente que sobrevivió al Holocausto y que tuvo hijos y nietos".
La tragedia, agrega, se ha quedado marcada en los genes, tanto como el impulso de tratar de que no se repita algo parecido, aunque admite que, en la actualidad, la amenaza es permanente.
"El tema está latente. Lo que ocurre con las elecciones en Estados Unidos con Trump, quien ha generado mucha polémica con sus ataques xenofóbicos, es parecido a lo que sucedió con la búsqueda de la pureza aria. Desgraciadamente no ha terminado, nunca termina de resolverse el racismo; en México lo vivimos, somos un país racista", sostiene.
Cruz, quien define el exterminio como un final extremo de la xenofobia, explica que los protagonistas de este montaje, aunque vivieron su propia tragedia –la desintegración de la familia-, no vivieron la guerra, como tal, por lo que se debaten entre buscar los rastros que ésta dejó en ellos y tratar de evitarla.
Esa lucha es la que se resuelve con humor negro. "Pilar Boliver interpreta varios personajes, justamente el tono fársico permite que los actores se transformen. Boris Shoemann, al ser extranjero, entiende muy bien al suyo. También están tres actores egresados del Centro Universitario de Teatro, como Mahalat Sánchez, que encarna a La quita culpas.
"Son seis actores en escena que se han entendido muy bien y están de acuerdo en que seguir hablando del Holocausto es importante, sobre todo para los artistas; que no dejar de hacerlo permite hacer un llamado a la conciencia, en la medida de nuestras posibilidades, para evitar que otro hecho así suceda", finaliza.