Es paradójico que una sociedad tan tecnológica como la de hoy conciba a la ciencia como una materia extraña y ajena, opina el físico y doctor en biología Pablo Meyer, quien acaba de publicar, Genómica (Tusquets), su más reciente libro de investigación.
A través de una prosa ágil, el científico mexicano explora la evolución que han tenido estas ciencias desde los años 50, a través de las historias de sus principales impulsores, de sus anécdotas, controversias y descubrimientos más sobresalientes. No es un ensayo que abunde en tecnicismos o teorías complejas; es más bien una narrativa sobre hechos y personajes, polémicas y contradicciones, explica el autor.
"Genómica es un viaje por el mundo de la ciencia. Retrata de forma anecdótica las peleas entre los científicos y sus casos más controversiales. Pretendo que la gente entienda qué es esta disciplina que sigue siendo una incógnita para muchos", dice un Meyer sonriente, relajado, totalmente alejado del estereotipo que se tiene de un científico.
Cada día se vuelve más necesario aproximarse a los temas científicos con más información y menos prejuicios, porque -sostiene- muchas veces la tecnología avanza por simple inercia. Y son los conocimientos del hombre los que regulan ese progreso.
"Depender cada vez más de la tecnología, pero entenderla menos, nos hace ingresar en una especie de esquizofrenia. Debemos humanizar los demonios corporativos como los que crearon Mark Zuckerberg (Facebook) y Steve Jobs (Apple) a través de historias más digeribles para el resto de la población", afirma el hijo del reconocido historiador Jean Meyer.
Señala que, realmente, detrás de cada hecho científico hay una experiencia humana. Por eso –dice– la ciencia y la literatura se llevan bien; al final, contar historias es una de las tareas más antiguas de la humanidad. Refiere como ejemplo la figura del físico inglés Stephen Hawking, quien ha generado una gran cantidad de narrativas, tanto en las letras como en el cine.
En Genómica se explora la vida y obra de James D. Watson, el descubridor de la estructura del ADN. Hoy este científico de 87 años, ganador del Nobel de Medicina en 1962, no está exento de polémica. Ha declarado que la inteligencia de los negros es inferior a la de los blancos; también que los genes de los homosexuales se pueden "curar". Meyer lo conoció hace tiempo. Cenó con él. Le dejó la sensación de estar al lado de un rockstar más que con un verdadero científico.
La afición principal de Watson era observar pájaros. ¿Cómo alguien con un gusto tan cotidiano puede llegar a descubrir algo tan esencial en la estructura humana?, se pregunta Meyer. Con el tiempo, dice, entendió que la ciencia se trata, muchas veces, de estar en el momento correcto en el tiempo exacto, siempre preparado para el siguiente paso que pueda dar la humanidad.