El inicio del juicio contra Bernie Ecclestone, dueño de los derechos de comercialización de Fórmula Uno, ha generado gran atención en la prensa alemana que observa e interpreta cada gesto y palabra del acusado de soborno por 44 millones de euros al entonces presidente del Banco Estatal de Bavaria, Gerhard Gribkowsky.
El cohecho habría ocurrido cuando el británico vendió su mayoría en la F-1 hace ocho años, y para la parte acusadora, buscaba influir en el nuevo propietario, la empresa de inversiones CVC, a fin de asegurar su posición dirigente en la empresa deportiva de automovilísmo.
Ecclestone, a través de personas como Gribkowsky, logró la designación de presidente de la Fórmula Uno cuando CVC asumió su propiedad. La empresa, ya informó que si Ecclestone resulta implicado en una actividad delictiva respecto a esa venta, lo despedirá de inmediato, lo que es impensable para el director de la F-1 desde que fue fundada y lucha para evitarlo.
También se le acusa de fomentar un fraude en combinación con Gribkowsky, pues si bien habría pagado 44 millones de euros al ejecutivo bancario, recibió del Banco Estatal de Munich 34 millones de euros como pago de asesoría. El banco, por su parte, planteó la demanda por considerar que resultó perjudicado por 35 millones de euros.
Por la edad de Ecclestone, 83 años, es improbable que sea condenado a cárcel, pero sí perdería la dirección de la F-1. Todo empezó cuando el británico adquirió a fines de la década de los 70 los derechos de publicidad y de transmisión por televisión de la competencia de Fórmula Uno, que se convirtió en la clase monarca del deporte internacional de carreras de autos.
Ecclestone sostiene que fue chantajeado por Gribkowsky, y que aceptó pagarle 44 millones de euros para que este no le generara problemas con las autoridades fiscales británicas. Además, señaló que el pago no fue soborno sino una forma de mantener una relación amigable y tranquila con el funcionario bancario alemán, quien por su parte ya reconoció el soborno.