Hoy se celebran ocho décadas de la creación del Fondo de Cultura Económica (FCE), y no todo son fanfarrias. El aniversario se ha visto enmarcado en días recientes por la polémica, ante –entre otras cosas- la pregunta sobre la justificación de que el erario público continúe sosteniendo a un organismo cultural que beneficiaría sólo a una minoría de lectores y cuya función pueden cubrir las editoriales privadas, para quienes, además, el FCE supondría una competencia desleal.
La discusión, puesta sobre la mesa el pasado jueves por el periodista Leo Zuckermann, causó escozor en redes sociales y ha desatado un debate que, más allá de cuestionar la pertinencia de la institución, pone de manifiesto problemáticas y necesidades de mayor relevancia en torno al fomento editorial que lleva a cabo el Estado. En esto coinciden Gonzalo Celorio, ex director del FCE, el periodista y escritor Fabrizio Mejía Madrid y Alejandro Zenker, propietario del sello El Ermitaño.
"No creo que el Fondo constituya competencia alguna para las editoriales independientes, salvo en algunas de sus políticas, lo que sí es pertinente debatir. ¿Debería competir con las editoriales privadas por ganarles los derechos sobre la publicación de ciertas obras? Es ahí donde cabe la crítica, pero a una política concreta, no a la existencia de la institución", considera Zenker. "El FCE de ninguna manera sale sobrando. Lo que necesitamos en este país son proyectos culturales y el Fondo es uno de ellos; no solo hay que defenderlo y preservarlo, sino también fortalecerlo".
El problema de la competencia desleal puede remediarse sin desaparecer al Fondo, a través de otras vías como la implementación del reglamento de la Ley del Precio Único al Libro, que está pendiente, observa Celorio.
"Si no fuera porque el FCE funciona con dinero público, no podría tener el catálogo que tiene", advierte. "De lo contrario habría que someterlo a un criterio estrictamente comercial, y le puedo asegurar que no es rentable publicar a Sor Juana Inés de la Cruz o a Gaston Bachelard; pero no hay quien los publique".
El catálogo del Fondo contiene más de 10 mil títulos, de los cuales cuando menos 6 mil están vigentes dentro de más de un centenar de colecciones. Valor que a decir del escritor Jorge F. Hernández, justifica la existencia de la institución, por encima de las pérdidas en sus finanzas.
"Nos formamos no solamente en la obra completa de Octavio Paz, no pocos libros de Carlos Fuentes o por lo menos dos de Juan Rulfo, sino a través de un sinfín de títulos de sus diversas colecciones que jamás habrían sido enviados por un sello privado", publicó ayer el también periodista, en el diario El País.
En contraste, el escritor Julio Patán admite coincidir con la postura de Zuckermann, al considerar que el sentido que dio origen al Fondo se ha ido perdiendo con el tiempo.
"Creo que lo que debe hacer una sociedad, un Estado, es gradualmente ir adelgazando las editoriales estatales y potenciando, por la vía fiscal o de la coedición, a las independientes". El proceso de desmantelamiento, dice, tendría que ser gradual y discutirse de manera pública.
"Debería incluir también a las Cámaras, hay que meditar muy bien el proceso, con planes muy específicos, con fechas, que no sabría decir ahora, para hacer una transformación no traumática", dice.
Pero las funciones del FCE no se limitan a las de una mera editorial, ya que desarrolla proyectos de divulgación y fomento a la lectura, como la organización de la Feria Independiente del Libro, foros de discusión tanto editoriales como literarios y encuentros como los que se han dado en torno a su 80 aniversario a lo largo del año. Su labor, subraya Celorio, ha repercutido en todo el ámbito de la lengua española.
"Es la cara de México en Latinoamérica", advierte Mejía Madrid, quien destaca el carácter humanista de los espacios del FCE (25 en el país y nueve filiales en el extranjero) más allá de ser puntos de venta. "En Colombia, la librería del Fondo está junto al Museo Botero y es un centro cultural inmenso que da lugar a presentaciones de todo tipo. Es parte del núcleo cultural de Bogotá; en Buenos Aires igual y en México también".